¿Dónde quedó el ejemplo?
- José Edgar Marín Pérez
- 12 noviembre, 2020
- Columnas
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Cuando fuimos niños era común que los padres instaran a los hijos mayores a ser ejemplo para los vástagos de menor edad, tomando en consideración que por virtud de la antigüedad de los primeros, los segundos reproducirían la conducta mostrada por éstos a través de la imitación. Si utilizamos este ejemplo en la política internacional se advierte que lo mismo sucedió con los Estados Unidos, ya que la Historia, la Ciencia Política y la Economía, se encargaron de gestar una idea de que la Unión Americana era el arquetipo de una democracia madura, de un sano federalismo y de la supremacía a ultranza de la libertad individual frente a cualquier otro valor de naturaleza colectivista.
Bajo este tenor, se destaca la influencia y peso político que tuvieron las ideas liberales de los denominados “Founding Fathers”, entre los que sobresalen George Washington, Benjamín Franklin, Thomas Jefferson, James Madison o John Adams; por mencionar algunos, quienes dicho sea de paso, además de prominentes masones, fueron los impulsores del primer movimiento insurgente de independencia en América, hecho histórico que fue emulado por la revolución francesa y por gran parte de las entonces colonias españolas en los territorios de ultramar. Asimismo, a partir de la segunda década del siglo XVIII, los Estados Unidos entraron en una dinámica económica muy importante a nivel mundial, producto de la revolución industrial y de la adopción plena del capitalismo mercantilista (ya que Enrique Ghersi hace una diferencia éste y el capitalismo liberal) como medio de producción a partir de las ideas de Adam Smith, David Ricardo o John Stuart Mill, entre otros.
Precisamente, ese poderío económico dio paso a la creación la industria de las armas en donde los Estados Unidos se pusieron a la cabeza a nivel global militarmente hablando, lo que propició el ánimo colonialista que se puso de manifiesto con la invasión norteamericana a territorio mexicano durante la los últimos años de la primera mitad del siglo XIX. No obstante, con la firma de los Acuerdos de Breton Woods en 1944 que tuvieron como finalidad organizar la economía de la postguerra y de donde surgieron al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que posteriormente se incorporaron al Sistema de Naciones Unidas, es que comienza con mucho más fuerza la creación e influencia de una política de intromisión en asuntos ajenos a su propia soberanía bajo el amparo del Consejo de Seguridad de la ONU denominado doctrina Monroe, pero que a la luz de las ideas de izquierda se ha denominado como “imperialismo yanqui”.
Sirva este contexto, para establecer las bases que han troquelado la influencia hegemónica de los Estados Unidos en gobiernos, administraciones y sistemas con los que guarda relación como las repúblicas presidencialistas, pero también en la lucha férrea contra formas de gobierno que le son antagónicas como lo fuera en su momento el socialismo y los gobiernos islámicos, situación que propició en su momento la injerencia directa en los denominados “países satélites”, que son aquellos que le han servidos al país de las barras y las estrellas para garantizar su influencia en un determinado territorio o región, como lo siguen siendo hasta nuestros días Colombia y Panamá.
En esta sintonía, la crítica a los sistemas electorales han sido una de las artimañas más recurrentes de la Unión Americana y sus aliados a través del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidad o la Organización de Estados Americanos, para deslegitimar gobiernos y actores políticos sembrando la sospecha de la realización de actos de corrupción en comicios, con la finalidad de crear caos, sembrar la duda, gestar batallas legales o incluso perpetrar golpes de Estado, para muestra está la ruptura política de Vladimir Putin con los Estados Unidos después de las elecciones rusas del año 2012, en la que el electorado de dicha nación le concedió su confianza de forma avasalladora para un segundo mandato no continuo (recordando que el presidente ruso del año 2008 al 2012 fue Dimitri Medvédev), pero que la administración Obama a través de la entonces exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, se encargó de vulnerar bajo el argumento del fraude electoral, o qué decir, de la aceptación gubernamental norteamericana al autoimpuesto presidente venezolano, Juan Guaidó, así como del golpe de Estado perpetrado en contra del expresidente boliviano Evo Morales, que llevó al gobierno a la usurpadora Jeanine Áñez Chávez, que seguramente habrá de enfrentar a la justicia nacional o internacional por las acusaciones de violaciones a derechos humanos por parte de su gobierno.
Finalmente, surgen dudas a manera de reflexión: ¿Dónde quedó el ejemplo?, aquél que tanto presumían los Estados Unidos de América de contar con la democracia electoral más sólida en el mundo, ¿Dónde quedó el ejemplo?, de asumirse como jueces o verdugos para aplaudir la realización de comicios, o bien, para apuntar con el dedo flamígero a la mínima sospecha de fraude ya fuera ilegalmente o bajo el amparo de los sistemas electorales, ¿Dónde quedó el ejemplo?, para hacerse de la esperanza de gobiernos que prometían reivindicar los anhelos de justicia social sin importar sembrar la discordia como en la nación chilena de Salvador Allende, o las juntas militares en Brasil, Argentina y Uruguay. Hoy, después del gran caos poselectoral que se vive actualmente en nuestro vecino del norte es que cobra mayor relevancia ese adagio popular que reza: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”.
Twitter: @EdgarMaPe