¿Quién gana y quién pierde con la elección presidencial de Estados Unidos?
Por: Edgar Marín Pérez
Al tiempo de escribir la presente contribución de Trinchera Global aún no se tiene claridad respecto de quién ha ganado la presidencia de los Estados Unidos de América. Una vez hecha esta aclaración, resulta fundamental comenzar con el análisis poselectoral de una jornada marcada por innumerables altibajos en cuanto a su desarrollo se refiere, a tal grado que incluso en estos momentos se habla de la posibilidad de un fraude electoral que no sólo enrarece el ambiente político norteamericano, sino que pone en serios aprietos a las autoridades, así como en tela de juicio la permanencia del sistema de colegios electorales en la Unión Americana.
No obstante, esta jornada deja hasta el momento un saldo agridulce en la contabilidad de la votación final, misma que al paso de las horas, días o semanas tendrá forzosamente que aclararse para no caer en los supuestos de la resolución electoral por vía legislativa o judicial previstas en la Carta Magna de nuestro vecino del norte.
Sin embargo, al momento ¿Quiénes ganan al momento en esta elección?, sin duda el viejo establishment político demócrata, que a diferencia del republicano, tradicionalmente asiste a las elecciones en una dinámica de cobijo electoral en favor del candidato de su partido, para muestra están las constantes apariciones públicas de actores políticos como Hillary y Bill Clinton, Bernie Sanders, Michelle y Barack Obama, de hecho se podría decir que fue evidente para analistas internacionales y medios de comunicación, que prácticamente las últimas semanas quien le hizo la campaña a Joe Biden fue Barack Obama, aprovechando la gran popularidad que aún tiene entre los norteamericanos principalmente en las comunidades afroamericanas y latinas, como estrategia emergente y de benevolente ayuda en razón de que el candidato demócrata por su avanzada edad (78 años), se encuentra en la población de riesgo por cualquier eventual contagio que pudiera tener por el virus SARSCOV-19.
Los otros ganadores fueron los patrocinadores, contratistas y artistas que se sumaron como activistas en apoyo de alguno de los dos candidatos, por el pago de sus servicios con dinero de la campaña electoral, que cabe aclarar que a diferencia de la democracia mexicana no es fiscalizable y cuya utilización no configura un delito o falta electoral, ya que en aquel país la recaudación privada de elementos económicos para sufragar las campañas es algo normal y muy probablemente mucho más ético que el uso de recursos públicos ministrados por el Estado.
También, gana en cierto modo el electorado norteamericano quien salió a votar el día de ayer durante la jornada electoral, o bien, que emitió su voto anticipado, haciéndole frente a una pandemia mundial y no permitiendo que se violara la ley con una probable suspensión de los comicios y con ello una ampliación de mandato fuera de cualquier orden constitucional, por lo que su valentía es digna de reconocimiento.
Aunque, también hay serios perdedores en estas elecciones presidenciales y son las grandes televisoras norteamericanas como CNN, CBS y NBC, los simples comentadores políticos (caso distinto a los analistas serios), así como las casas encuestadoras de dudosa probidad cuantitativa y cualitativa, que desde el inicio de la campaña presidencial, vaticinaron una aplastante victoria del candidato demócrata, asumiendo que el día martes antes de llegar a la media noche prácticamente todos los estados estarían pintados de azul en el mapa político de los colegios electorales, una acción plena y totalmente imprudente porque ha detonado mucha de la polarización política que se vive en estos momentos en los principales estados en disputa (que pudiera incluso incitar a manifestaciones violentas por la efervescencia electoral), de hecho en el transcurso de la noche de ayer prácticamente la tendencia electoral era la misma que en la pasada elección de hace cuatro años en 2016, salvo las derrotas republicanas en los Estados de Arizona y en caso de confirmarse las de los estados de Wisconsin y Michigan, respectivamente, pero se derrumbaron recalco las predicciones electorales de un triunfalismo aplastante.
En otro orden de ideas, pierde de igual forma el sistema añejo de colegios electorales, ya que al ser éste un esquema de democracia indirecta, en donde en estricto sentido no gana el candidato que obtenga el mayor número de sufragios, sino de delegados aglutinados en colegios electorales, configura un sistema anacrónico que dista del espíritu de la democracia electoral clásica, es decir, de la voluntad popular mayoritaria en virtud del sufragio universal, libre y secreto. De hecho, muchos de los formalismos de este sistema como por ejemplo, que los comicios se lleven a cabo en el primer martes del mes de noviembre es una consideración que se incorporó al texto constitucional norteamericano en una época en donde la mayor parte de la Unión Americana era preponderantemente rural.
Finalmente, el gran perdedor de la presente elección sería aquel que haya realizado cualquier acto de fraude electoral en caso de prosperar las acusaciones lanzadas por los candidatos y previa confirmación desde luego, ya que constituiría una acción deleznable que pondría en tela de juicio la democracia republicana y federalista, en un país que siempre ha tenido consigo el estandarte del imperio de la ley y que ha servido de ejemplo para prácticamente todo aquello que los propios norteamericanos denominan como “el mundo libre”.
Twitter: @EdgarMaPe