SIN TON NI SON
- Francisco Javier Escamilla
- 29 octubre, 2020
- Columnas
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En anteriores ocasiones me he referido al genio Ludwig Von Beethoven, en conmemoración del 250 aniversario de su nacimiento. Sin embargo, esta vez quiero tocar el tema de una de las grandes obras del no menos genio, o aún más, Wolfgang Amadeus Mozart, y me refiero a la ópera Don Giovanni.
La Ópera de Praga encargó a Mozart que escribiera otra ópera, debido al gran éxito que “Las bodas de Fígaro” había tenido en distintos países, en 1784. Para cumplir con este encargo se asoció con el libretista Lorenzo da Ponte, eligiendo como tema la leyenda de Don Juan tal y como es narrada en la obra de teatro de Giovanni Bertai “Don Giovanni ossia II convitato di pietra” (1775).
La historia se refiere a un vividor y mujeriego incorregible, Don Juan, pero en este caso Mozart y da Ponte lo convierten en algo semejante a un personaje amable. Debido a esta caracterización, en la obra mezclan el género de la ópera seria con la ópera bufa. “Don Giovanni” (1787) no es una obra moralista, ni una comedia, ni una tragedia, sino algo intermedio entre las tres. Esa es la razón por la que algunos historiadores creen que no fue acogida con demasiado entusiasmo en Viena, una ciudad cuyo público era claramente conservador y amante de las convenciones musicales.
La música empieza a sonar con el tema del acorde menor rimbombante e imperial de Mozart, un acompañamiento mágicamente adecuado para la primera escena en la que Don Juan asesina a otro hombre. En la ópera se produce una alternancia entre las serenatas emotivas del antihéroe, sus seducciones absurdas y farsantes y las tragedias morales que le suceden. En la aterradora escena final, el fantasma del hombre asesinado arrastra a Don Juan hasta el Infierno porque se niega a arrepentirse.
En lo que al impacto emocional se refiere, “Don Giovanni” es probablemente el mejor trabajo de Mozart, y su sello único de brillantez impregna sin duda toda la obra.
El nuevo género de ópera que representa “Don Giovanni” fue denominado dramma giocoso y alcanzó un enorme éxito en todas las ciudades, a excepción de la ciudad de Mozart. En la época en la que Wolfgang Amadeus Mozart falleció, “Don Giovanni” era una de las óperas más representadas en toda Europa.
La ópera se estrenó en Praga en 1787, en Viena en 1788, en Londres en 1817 y en Nueva York en 1826.
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