EL VALLE DEPORTIVO

Eran los años de primaria, en la Gustavo Díaz Ordaz; las formaciones, la música que sonaba en todo el patio central antes de entrar a los respectivos salones; tomar distancia, ya sabes: uno, dos, tres, una vez más: 1, 2, 3, listo avancen a sus aulas…esas palabras al unísono de quien era la responsable del micrófono y endosar las instrucciones tanto a docentes como alumnos era el símbolo de entrega para comenzar las actividades diarias. Pero vuelven como un halo aquellos momentos en que se presentaba uno con la ropa correcta para hacer educación física, en efecto, todo de blanco, tenis, short y playera, estandarte de la pureza que implica la instrucción de la especialidad y que, conforme se acercaban las famosas demostraciones de fin de año, eran más que preciso contar con lo necesario: De aquello sobra decir que durante el ciclo escolar evidentemente el blanco pasaba a ser gris tirándole a negro y que decir de los tenis que se desgataban derivado de esas arrastradas, de aquellos “chutazos” o “cañonazos”, la emotividad nos embargaba cuando usábamos los bastones, los listones y los aros naranjas. Todo ello era simplemente mágico, único y extremadamente sensacional. Las compañeras con sus calcetas caladas (se decía), y de pronto con sus faldas con short incluido. Los docentes se colocaban frente los grupos y se subían a la jardinera para seguir las instrucciones del promotor y al compás de la música hacíamos la aplicación de la coordinación motriz. Después llegaba la gloria con el prolongado toque de timbre que anunciaba el recreo y a correr se decía. Saltaban entonces las cantimploras, las loncheras, pero también las bolsas de plástico con el contenido de un manjar suculento y los adorados boings o jumex y ya sabrás, los sándwiches de jamón y en el mejor de los casos de mermelada de fresa y agua “simple”. Pero en esos ayeres y con motivo de la sesión de EF y minutos antes de concluirla, nos fue anunciada una visita que jamás de los jamases olvidaré…
…Niñosssssssssss, hoy tenemos una visita muy especial!” De pronto todo fue un silencio ensordecedor. “…démosles un fuerte aplauso a jugadores del Toluca, que vienen a saludarlos…” Uffffffff. Eso sí que es una historia para labrar en letras doradas. La época no era del todo favorable al equipo, pero tener en vivo, entre nosotros a ciertos futbolistas le daba un plus no solo a la clase sino a todo el resto del día y de la semana. Los gritos, las hurras, el vitoreo y aplausos, se impregnaban en las figuras de aquellos mounstros del fut (al menos, así los veíamos) y corrías a tocarlos, a tratar de que te saludara de mano y llevarte ese gran momento a la mente y corazón. Es más, seguramente había muchos compañeros que ni si quiera sabían de quien o quienes se trataban, pero la magia hacía presencia y se volcaron también a rodear a aquellos personajes. Aquel tiempo mostraba al Toluca en un constante altibajo en el futbol mexicano, sin embargo, existía tracción en la ciudad, empeño en disfrutar de aquellos domingos a las 11 de la mañana de un juego.
Hoy, décadas después, nada es igual, vaya, ni siquiera esa constante subida y bajada en la tabla de posiciones del equipo rojo. La Escuela y el Estadio siguen y seguirán en el mismo sitio. Todo lo demás ha y hemos cambiado. Pero entorno al conjunto es una verdadera lástima el paso que lleva. Aquella afición de a poco comulgó con sus intereses, gustos y preferencias, y al paso de los años no hay conexión a tope, no existe un vínculo más de aquel que uno le puede decir a los hijos, amigos y familiares. Esa época era directa y contagiaba: “…échale ganas Walter, alcanzaba a decir…” “…mete gol Ítalo…” “bárrete más fuerte Ramón…” etc.
Durante mucho tiempo y acá en el Valle, me había resistido a esbozar algo del equipo, pero hoy me da para esto y más porque si bien es cierto que también su momento, habíamos en las gradas 150 personas, unos con bolsa en la cabeza, otros con sonoras mentadas y aquel grito de guerra: “…vamos ay Toluca!!!” han quedado solamente en corazón, este que se encuentra en pena por el equipo a saber que ha quedado a deber. La mejor expresión que se puede verter en este momento es: me dueles Club Deportivo Toluca.

Pásenla bien!!!