Los menonitas, una comunidad del realismo mágico chihuahuense.
Hace unos días tuve la oportunidad de visitar el estado de Chihuahua, una entidad que además de ser la más extensa de México, resalta por sus bellezas naturales y su cálida población. Mi travesía me llevó a Ciudad Cuauhtémoc, un municipio que destaca porque ahí vive un grupo religioso que atrae por su forma de vida hermética, me refiero a los Menonitas.
Seguramente hemos visto en ciudades de nuestro país a personas de sexo masculino vendiendo quesos, con rasgos fisonómicos caucásicos, con una particular vestimenta (overol, camisa a cuadros y sombrero), además de un lenguaje propio (“plaudietsch” o alemán bajo). Pocos lo saben, pero además de mi formación como Abogado, en algún momento de mi vida estudié un Doctorado en Ciencias Sociales, formación que dejó en un servidor el gusto por tratar de poner en práctica algunas fases de la metodología sociológica y con ello adentrarme en contextos especiales para comprender la realidad de ciertos grupos. Una vez hecha esta aclaración, trataré de explicar: ¿Quiénes son los menonitas?
Los menonitas son un grupo religioso que tuvo sus orígenes en Europa durante el siglo XVI, seguidores del cristianismo anabaptista (expresión purista de la reforma protestante), seguidores de las enseñanzas de un exsacerdote católico llamado Menno Simons (1496-1561), que impulsó el rompimiento con la jerarquía eclesiástica romana, desdeñando su actitud belicosa, así como el apoyo que daba ésta a los procesos colonialistas de las casas reales europeas, esta expresión religiosa no estuvo exenta de persecución, lo que les llevó a migrar de Suiza a países como Holanda, Bélgica, Alemania y Rusia, para después migrar hacia Canadá y Estados Unidos.
Cabe aclarar, que dentro del anabaptismo también hubo rompimientos centrados en la forma de entender la interacción social de sus miembros con la modernidad y la disciplina religiosa, de estás escisiones surgieron también los Amish como una expresión todavía más radical. Una vez hecha esta aclaración, se resalta que la llegada de los menonitas a México data del año 1922 durante el gobierno del presidente Álvaro Obregón, gracias a la petición de éstos para que les fuera permitido migrar desde Manitoba, Canadá, impulsados por el deseo de libertad con respecto a los usos y costumbres de sus “Ordnung” (núcleos de población y eclesiásticos que cuentan con la autonomía suficiente para establecer su propia organización social y religiosa, sin contravenir la naturaleza esencial del anabaptismo), así como por las condiciones climáticas y el deseo de contar con tierras. Bajo este contexto, el Gral. Obregón, les concedió asentarse en el valle que hoy forma el municipio chihuahuense de Ciudad Cuauhtémoc, que en aquel tiempo era sólo una extensa planicie en una entidad que tenía la necesidad de reconstruirse después de la Revolución Mexicana. En este orden de ideas, el propio Obregón les concede también la oportunidad de contar con sus propias escuelas, iglesias y no pagar impuestos durante los primeros cinco años de radicación, así como exentarlos del servicio militar por la vocación pacifista de su religión.
Una vez en Cuauhtémoc, los menonitas comenzaron una vida campirana, haciendo que en pocos años esta región se poblara en campos que incluso actualmente se encuentran numerados, no sólo con fines de localización sino también de acuerdo a la postura anabaptista de sus pobladores, es decir, tradicionales o liberales.
Bajo esta óptica, los menonitas tradicionales son aquellos que se encuentran alejados de la civilización, es decir, son más radicales respecto a creencias ideológicas como el matrimonio exclusivo entre menonitas, el rechazo a la modernidad, rechazan cualquier expresión materialista que lleve a la vanidad (considerada pecado), con roles estrictos en materia de género y con una nula planificación familiar. Mientras que los menonitas liberales, son más abiertos a la interacción humana (lo que les hace dominar varios idiomas: alemán bajo, alemán contemporáneo, inglés, español y en algunos casos también ruso y polaco), tienen mayor libertad para el estudio, de relacionarse sentimentalmente con miembros ajenos a su iglesia, escuchar música (generalmente country), tener acceso a herramientas modernas (entre ellas las tecnologías de la información y comunicación). Sin embargo, sigue pesando sobre ellos la posibilidad de que, en caso de contravenir alguna norma social o religiosa de la comunidad menonita, pueden ser expulsados de ésta.
Al día de hoy, los campos menonitas en Cuauhtémoc se han convertido en un oasis de productividad agrícola, muestra de ello son los amplios cultivos de maíz, trigo, cebada, avena, nuez y manzana, siendo los primeros productores de esta fruta a nivel nacional, gracias a su excelente clima, asimismo destaca su gran producción ganadera de vacas tipo “Holstein”, de ahí la calidad de sus quesos. Sin embargo, hoy en día los menonitas también han incursionado exitosamente en rubros como la venta de maquinaria agrícola y la creación de restaurantes donde venden las deliciosas pizzas menonitas.
Hoy en día, la comunidad menonita se extiende a estados como Zacatecas y Campeche. Sin embargo, se estima que Ciudad Cuauhtémoc, tiene aproximadamente el 60% de la totalidad de la población nacional menonita, lo que nos lleva a reflexionar sobre la importancia de esta comunidad no sólo para el hermano estado de Chihuahua, sino para todo México, un país que hoy más que nunca está llamado a reconocerles como parte de la amplia mexicanidad que sueña, trabaja y anhela el progreso humano.
Nota: Un agradecimiento especial para Fanny Morón Parmentar, ya que sin su guía por territorio chihuahuense no habría sigo posible esta contribución.
Twitter: @EdgarMaPe