Democracia en tiempos de la 4T
- Elva María Maya Marquez
- 22 mayo, 2020
- Columnas
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La democracia es una forma de gobierno que posibilita elegir a las y los gobernantes, en el ejercicio se relaciona con la toma de decisiones en favor de todos los que integran una nación o por lo menos eso dice la teoría. Una forma de gobierno como la democracia, implica un ejercicio responsable y razonado donde las mayorías y las minorías sean tomadas en cuenta en el ánimo de convivir en una sociedad más armónica y más justa.
La democracia como forma de gobierno es y será susceptible de mejoras, es el ideal a perseguir que requiere del trabajo de todas y de todos con el propósito de construir algo mejor de lo que se tiene esto, sin dejar de lado o demeritar los logros alcanzados.
Actualmente y a propósito de la pandemia, es obligado guardar su sana distancia de una democracia que escape de imposiciones, de caprichos o de un solo modo de ver la “realidad”, la situación no está como para seguir sumando elementos que generen mayor descontento e inconformidad social.
Para que la vida democrática y política de un país funcione existen actores que juegan un papel imprescindible; los politólogos que estudian el poder, los políticos que lo ejercen y los medios de comunicación que lo cuestionan, cada uno con funciones distintas pero igualmente relevantes y necesarias.
En este sentido, es importante hablar de la crítica, comenzando por dejar de verla como elemento negativo, la crítica puede ser realizada aun estando a favor de lo que se critica con la intención de hacer mejor las cosas y, en una democracia brinda la oportunidad para detenerse, escuchar, replantear ideas, planes, estrategias y en función de esto, tomar mejores decisiones.
La democracia que hoy tenemos no queda clara, se percibe una especie de concentración de poder y el uso del espacio público para dar a conocer decretos y disposiciones que parecen unilaterales lo único que está haciendo frente a la actual pandemia es agravar la situación, la crisis está a la vuelta de la esquina y con decisiones que solo convencen a quien las dice, el impacto será más fuerte.
La realidad no se evade, se enfrenta y decir que el 90% de las llamadas realizadas para denunciar actos de violencia contra mujeres son falsas, es un hecho reprobable, ofensivo y falto de sensibilidad cuando hoy, muchas de las mujeres que son violentadas están prácticamente todo el día con su agresor. Cambiar la manera en que se mide el Producto Interno Bruto (PIB) y concentrarse en medir el bienestar y la felicidad porque las cifras simplemente no son las mejores y nos favorecen, está totalmente fuera de lugar.
No se puede seguir empeñado en la construcción de una refinería cuando a nivel mundial resulta la peor inversión derivado de la caída en los precios del petróleo y cancelar un proyecto como el de las energías renovables y tratar de ser más amables con un medio ambiente al que tanto daño hemos hecho sin una explicación contundente al respecto, es un acto de total egoísmo e irresponsabilidad al no pensar en las futuras generaciones.
Qué clase de democracia es esta en el que un día se toma una decisión donde la mayor consulta se realiza con la almohada o eso parece, dónde están los asesores del presidente, dónde está su equipo de “expertos” para ayudar a orientar el rumbo del país y no para apoyar acciones que en este contexto cuesta mucho encontrarles sentido y algunas resultan totalmente inviables.
A dónde vamos los mexicanos o qué nos espera cómo país, no lo sé. Un día estamos en el pico más alto del contagio, aplanando la curva y anunciando el levantamiento del confinamiento, sí, todo a la vez. Existen cosas que no cambian, los mensajes siguen sin ser claros y todo apunta a que la falta de coordinación y de acuerdos seguirá siendo parte de la “nueva normalidad”.