Eso llamado amor
- Elva María Maya Marquez
- 14 febrero, 2020
- Columnas
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Hoy, es un buen día para dejar atrás los temas políticos, económicos y sociales que encabezan la agenda nacional. Dejaré que otros hablen de la rifa que no es rifa del avión presidencial, no entraré en detalles sobre las declaraciones que nos hacen saber lo mal que gobernaron los neoliberales, no quiero abrumarlos, por hoy, con temas relacionados con los abusos y omisiones por parte de nuestras instituciones o con la creación de partidos políticos que extrañamente se asumen como nuevos, con los mismos rostros que ya conocemos.
El 14 de febrero es una fecha llena de mercadotecnia, consumismo y un intento por demostrar afecto a partir de los bienes materiales, que tan solo para este año, espera generar una derrama económica de más de 22 mil millones de pesos de acuerdo con la confederación de Cámaras Nacionales de Comercio Servicios y Turismo (Concanaco – Servytur) lo cual, puede llevarnos a reflexionar en la imagen socialmente construida de lo que es el amor.
Actualmente, la palabra amor va más allá de un sentimiento de afecto universal, es un término complejo que se idealiza y se piensa desde algo imposible e inexistente, la perfección, se imagina como aquella fuerza sobrenatural que es capaz de convertir a un sapo en príncipe y como lo mejor que le puede pasar a las personas. De manera más razonada, la idea de amor romántico o como se ha idealizado, lleva inmerso de inicio, una relación de poder en la que se instauran reglas, roles de género y modelos para el amor que incluyen normalmente a personas heterosexuales con ciertas características físicas y hasta un determinado nivel socioeconómico.
Se ama, desde un concepto de propiedad privada es decir, cuando se ama a alguien, el otro se convierte en una especie de objeto que poseemos, donde el otro te pertenece, sumado a una cultura basada en el éxito y el fracaso, donde terminar una relación sentimental se llega a convertir no solo en un enorme fracaso personal, sino también social.
En el caso de la mujer, a determinada edad el tener pareja se convierte en un logro, la obtención de algo para conseguir ese añorado éxito social y cumplir con aquello que la sociedad espera de una mujer, ya que aun con los cambios y avances sociales que se han tenido, la sociedad aún no está preparada para ver a una mujer soltera.
El amor debe ser estudiado y analizado desde una dimensión social, política, económica y cultural con el propósito de replantearlo y no caer en una estructura que lo funda desde un ideal y no desde la realidad. Es necesario dejar atrás la falsa idea de un amor que dura “hasta que la muerte nos separe”, ya que basta con ver los altos índices de divorcio para darse cuenta que esto, no existe, no es algo que surge y se desarrolla de manera mágica o por sí solo, el amor, como cualquier otra relación se construye.
Como sentimiento de afecto puro y genuino, el amor puede ser benéfico, deseable y hasta necesario, no solo hacia una pareja sentimental, sino a cualquier ser humano. Es importante pensar en relaciones basadas en la cooperación, la solidaridad y el respeto sin importar el sexo o el género, lo cual permita romper con un solo esquema o modelo que limite y obstaculice el aceptar relaciones más diversas.
Así como ha existido gente que ha pensado que el marxismo o el socialismo nos iba cambiar la vida a todos, se puede pensar que el amor puede generar cambios que transformen nuestra estructura social con nuevas historias y nuevos protagonistas que dejen de pensar en mujeres que esperan ser salvadas y hombres que son algo más que súper héroes. Comencemos por reconstruir nuestras relaciones en familia, en la escuela, en los espacios de trabajo etc. El amor debe servir para relacionarnos de una mejor manera, para sufrir menos y disfrutar más.