Chairos vs Fifis
Chairos vs Fifis
Por: Elva María Maya Marquez
¿Blanco o negro? ¿Buenos o malos? ¿Hombre o mujer?, una manera binaria de ver a la sociedad a partir de ciertas clasificaciones y características tangibles o intangibles, que lo único que hacen es perpetuar las brechas de desigualdad. Contar con una población mundial con más de 7 mil millones de habitantes, y un país que supera los 125 millones, de acuerdo con información de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), no puede llevarnos a pensar en una sociedad homogénea, donde la visión para entender al mundo y nuestro propio entorno sea la misma.
Una nación que se diga ser democrática, tiene que contar con un ejercicio pleno de diálogo y espacios para la libre expresión de ideas, mostrar agrado, pero también rechazo hacia acciones y hechos que como personas y como sociedad nos lastiman, es totalmente valido, como valido es apoyar a aquel partido político con el que cada uno se pueda sentir identificado y ello, no debe ser motivo de confrontación.
De manera histórica, las desigualdades han estado presentes entre los grupos sociales en sus diferentes formas y manifestaciones, más allá de buscar soluciones al respecto, hemos aprendido a convivir con ellas de manera normalizada, lo que da como resultado la limitación y exclusión de ciertos sectores de la población a espacios que se supone deberían estar abiertos sin distingo alguno.
Términos como “chairo” y “fifís”, comenzaron a estar presentes dentro nuestra cotidianeidad para enmarcar las discrepancias ideológicas y sociales que posteriormente cobraron tintes de corte político. De acuerdo con el Colegio de México, el termino chairo, es usado para referirse a una persona que defiende causas sociales y políticas en contra de las ideologías de la derecha y, la pregunta obligada; ¿qué de malo hay en eso?, la diferencia no es, o debe ser vista como una cuestión negativa, es un elemento con el cual se puede convivir y también se puede aprender.
En contra parte, se habla de los fifís, expresión que lamentablemente fue retomado por nuestro actual presidente para referirse a los escritores, intelectuales y medios de comunicación que de acuerdo a su punto de vista, se rehúsan al cambio por tener una postura conservadora, no obstante, el diccionario de la Real Academia Española, refiere el término “fifí” a una “persona presumida y que se ocupa de seguir las modas” sin embargo, cada vez ha cobrado más fuerza y hoy en día se asocia a una clase privilegiada o influyente de la sociedad.
Es necesario dejar de vernos a partir de una inclinación política o de un color de partido, intentemos renunciar a esas posturas que fragmentan y erosionan al país, que llevan al enfrentamiento verbal y virtual, donde los comentarios cada vez se vuelven más ofensivos e impregnan el espacio público de tensiones en las que afanosamente se busca existan ganadores y perdedores, donde la desinformación y los juicios de valor se vuelven nuestros peores enemigos.
Somos parte de una sociedad que debe intentar construirse y reconocerse a través de sus semejanzas pero también de sus diferencias, busquemos puntos de encuentro y llegar a consensos que trasciendan un periodo sexenal, la población mexicana representa algo más que izquierdas y derechas, personas con un deseo exacerbado de que las cosas cambien, lo que implica y nos exige actuar en consecuencia, ya que si queremos un mejor futuro, el trabajo debe iniciar en el presente.
Seguir reprobando y descalificando todo aquello que viene de un representante político por el cual no se voto, solo por esa razón, difícilmente nos permitirá avanzar hacia un mejor rumbo, lo que se necesita es unidad y una actitud distinta hacia el cambio. Hemos llegado a los primeros 100 días de este gobierno, por lo que tenemos un largo camino que recorrer y, más allá de seguir denostando las propuestas y estrategias presentadas, pensemos en la manera de sumar y no de restar, ocupemos el lugar que como sociedad civil nos pertenece. Asumamos la responsabilidad de informarnos para ser cuidadosos y objetivos con aquello que se escribe o se comenta, no más etiquetas, no más divisiones, el verdadero cambio, es personal.