SIN TON NI SON

Estaba escuchando una de las mejores obras musicales compuestas por un artista mexicano, me refiero a Sensemayá de Silvestre Revueltas, y me motivó a escribir esta colaboración refiriéndome a tan prominente músico.
Como primer dato curioso, es que Silvestre Revueltas nació el 31 de diciembre de 1899, es decir en las últimas horas del siglo XIX.
A la edad de ocho años comenzó a estudiar violín en el Conservatorio Nacional de Música en la Ciudad de México. Más tarde, debido a los desafortunados eventos de la Revolución Mexicana, en el año 1917, tuvo que trasladarse a los Estados Unidos. Allí estudió en el St. Edward College en San Antonio, Texas. Luego continuó sus estudios en Chicago en 1919 y se alistó en el Chicago Musical College. Aprendió violín junto con José Rocabruna, y composición con Rafael J. Tello. Su primer concierto fue organizado en México con Carlos Chávez en 1924 y, luego de una serie de conciertos en ciudad de México, regresó a su pueblo natal, Santiago Papasquiaro, Durango, donde residió hasta el 1929.
Trabajando con Carlos Chávez, Revueltas, fue capaz de promover la música mexicana; su colección de obras mostró originalidad y frescura, siendo una importante contribución al poema sinfónico mexicano. Reconociendo sus esfuerzos, se le dio una posición importante en el mundo de la música e incluso fue contratado para componer música para películas. Creció como un artista consumado y realizó recitales como solista en todo México.
Con el tiempo, fue nombrado profesor de violín y más tarde, director asistente de la Orquesta Sinfónica de México, cargo en el que permaneció hasta 1935. Revueltas siempre estuvo obsesionado con el trabajo y la composición, incluso mientras continuaba enseñando y dirigiendo. Sus intereses también se inclinaban a la preocupación política, por lo que quedó abrumado por la tragedia de la Guerra Civil Española. Después de la guerra, pasó 4 meses en España con otros colegas llevando a cabo conciertos.
El 15 de diciembre de 1938, Silvestre Revueltas dirigió la Orquesta Sinfónica de México en el Palacio de Bellas Artes, donde su obra “Sensemayá, canto para matar a una culebra, poema sinfónico” fue recibida con desbordado entusiasmo.
Su obra no fue muy extensa pero sí incluye obras para orquesta sinfónica, dos ballets, música vocal y obras para teatro y el cine. Entre ellas, se destacan Cuauhnáhuac (Cuernavaca), (1930), Esquinas (1931), Ventanas y Colorines (1932), Janitzio (1933), Caminos(1934), Homenaje a Federico García Lorca (1936), Itinerarios (1937) y Sensemayá (1938).
Por favor, dese un poco de tiempo para escuchar la música de Silvestre Revueltas.

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