El sionismo de la muerte
- José Edgar Marín Pérez
- 20 mayo, 2021
- Columnas
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Algunos amables lectores seguidores de estas líneas me pidieron que esta semana abordara el tema del actual conflicto entre Israel y Palestina, tema del cual hemos abordado someramente en otros momentos en esta Trinchera Global, como lo fue la columna titulada: “El reconocimiento de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, la última burla del movimiento sionista”, publicada el año pasado en fecha 14 de mayo a través de este espacio, por lo que en vez de analizar históricamente el conflicto, prefiero abordar cuales son las causas que motivan esta nueva escalada de violencia.
El denominado conflicto árabe – israelí o entre Israel y Palestina, es un conflicto de odio religioso entre dos fes distintas, por un lado la judía y la islámica, dos religiones y culturas antagónicas que han tenido que convivir en un territorio que comparten con otras iglesias como la iglesia católica y sus distintas derivaciones que integran en su conjunto la cristiandad, que reclaman la autoridad sobre un territorio que les fue arrebatado a los palestinos a través de distintos conflictos suscitados en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y en los cuales han intervenido países como Egipto y Jordania, despojo de tierras por parte de un pueblo que tradicionalmente había sido apátrida como el judío y en detrimento del pueblo palestino. Un pueblo israelita que ha sido amparado por resoluciones y acuerdos en los que ha estado de por medio la propia Organización de las Naciones Unidas así como el poderío económico y militar de los Estados Unidos de América.
Pero, de dónde viene ese apoyo de Estados Unidos y de los países poderosos a Israel, la respuesta la encontramos en el sionismo, entendido como el movimiento político de corte nacionalista que se propuso el nacimiento del estado de Israel, mismo que está vinculado estrechamente con la religión judía, sus máximos jerarcas y los grandes capitales liderados por actores financieros y políticos pertenecientes a dicha religión. Por lo que, habiendo fuertes intereses judíos en los sectores productivos de los Estados Unidos y sus socios comerciales como Reino Unido y los países integrantes de la Unión Económico Europea, el movimiento sionista ha transitado de ser un movimiento patriótico a un nacionalismo chovinista, radical, intolerante, derechista y fuertemente demagógico.
Bajo este tenor, se destaca que desde el asentamiento del estado de Israel no han faltado los conflictos con los países de la región de Oriente Medio, tal es el caso de los conflictos que han surgido con Líbano y Siria, quienes han llevado a la altas esferas internacionales sus demandas, mismas que no han sido escuchadas por la comunidad internacional en franca indiferencia por el apoyo irrestricto que ha recibido el estado judío por parte del gobierno de Washington, por la consigna de ser un aliado estratégico en una zona geográfica donde sus intereses se juegan la supervivencia frente a los de otras naciones con fuertes nexos con Rusia, Irán o China.
Asimismo, el gobierno del Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha sido por demás violento con el pueblo palestino, luego de la entrada en vigor de una serie de expropiaciones de tierra palestinas en favor de judíos y en menoscabo de los islámicos, sin la debida motivación y fundamentación que exige todo acto administrativo, por lo que en una franca provocación durante la celebración de la semana sagrada del ramadán musulmán, los soldados israelitas arremetieron en contra de un núcleo de población palestino en el barrio de Sheij Jarrah, so pretexto de ser un punto de control del grupo político de Hamas, a quienes consideran como un grupúsculo de yihadistas beligerantes.
Finalmente, existe un punto que ha escapado del lente de los analistas políticos, y es que cada año se reduce la presencia de palestinos en el hoy territorio de Israel, quienes se han visto en la necesidad de salir refugiados a países vecinos como Jordania, pero los que se quedan, los que no tienen a dónde huir, los marginados e invisibilizados socialmente, viven en condiciones infrahumanas y plenamente cercados tanto en la franja de Gaza como en los reductos palestinos cercanos a Jerusalén, lo que bien podría encender la mecha para el surgimiento de un conflicto de dimensiones nunca antes vislumbradas.
Twitter: @EdgarMaPe