Breves apuntes de la próxima elección presidencial norteamericana, vencer o morir
- José Edgar Marín Pérez
- 29 octubre, 2020
- Columnas
- 0 Comments
Los últimos días pareciera que la maquinaria republicana ha roto de tajo con el Presidente estadounidense, Donald Trump, al menos esa señal quedó de manifiesto con la poca afluencia de la élite de dicho partido político en la ceremonia de nombramiento de la magistrada Amy Coney Barrett, como nueva integrante de la Corte Suprema de la Unión Americana. Asimismo, pareciera también que los directores de la CIA, FBI y la NSA, empiezan a desobedecer las instrucciones del Presidente en materia de seguridad nacional para controlar las manifestaciones multitudinarias en rechazo de su gobierno, por lo cual pareciera que su campaña electoral va en caída respecto a la de su par demócrata, Joe Biden.
Sin embargo, vaticinar una victoria del candidato demócrata en estos momentos sería imprudente si recordamos lo sucedido hace cuatro años, cuando en 2016 todas las casa encuestadoras daban como victoriosa a Hillary Clinton entre 4 y 8 puntos porcentuales. No obstante, al igual que sucedió en aquel entonces, las encuestadoras dan nuevamente el triunfo al partido demócrata por el mismo margen porcentual que en 2016, información que ha sido utilizada por las grandes corporaciones mediáticas como CNN, NBC, CBS y FOX; por mencionar algunas, para polarizar aún más la perspectiva política norteamericana.
Por otro lado, vale la pena aclarar que a diferencia de lo que sucede en otras partes del mundo, en Norteamérica el sistema electoral se ejerce a través de una democracia indirecta, es decir, no ganan las elecciones presidenciales aquellos candidatos que obtienen la victoria por medio del voto popular, de hecho se afirma que el sufragio ciudadano es solamente una “auscultación” de las preferencias electorales, lo que realmente cuenta para definir al candidato ganador es la victoria que se obtenga en los colegios electorales, el cual es determinado por los caucus que establecen la totalidad de delegados que integran cada colegio.
Bajo esta óptica, cada estado de la Unión Americana tiene una cantidad específica de votos al interior de la totalidad de los colegios electorales, número que es definido por criterios como la densidad poblacional, o bien, si la entidad federativa forma parte de aquellos que integraron las trece colonias originarias que fundaron dicha nación, destacando que el candidato que obtiene la mitad más uno del número total de votos al interior de los colegios electorales es el que se alza con la victoria, es decir, quien obtenga la anhelada cifra de 270 votos es el que saldrá vencedor.
Siguiendo este orden de ideas, existen estados que tradicionalmente votan por una determinada opción política, tal es el caso de los estados de Texas o Luisiana que mayoritariamente votan por la opción republicana cada cuatro años, o bien, estados como California o Nueva York que prácticamente siempre lo hacen por la opción demócrata. Empero, existen también los denominados estados “bisagra”, por ser éstas entidades aquellas que cuentan con preferencias electorales sumamente divididas o mejor dicho cerradas, por eso de llamarles “bisagra”, por su codiciada apertura la cual da paso a la conquista de un número considerable de votos en los colegios.
Cabe destacar, que para este año, al igual que sucedió en 2016, los ojos de los analistas estarán en la Florida, con un electorado preponderantemente latino, principalmente de electores de origen cubano o venezolano que en los últimos años han simpatizado más con los republicanos, aunque también vale la pena aclarar que en el caso de los electores de origen mexicano, salvadoreño u hondureño, la inclinación es hacia los demócratas, caso parecido en Ohio entidad cuyo sector rural es profundamente republicano, mientras que las zonas urbanas son mayoritariamente demócratas, o qué decir, de Michigan estado cuyo sector industrial es republicano pero el sector académico simpatiza con los demócratas, siendo una interrogante cómo votará el estado de Pennsylvania cuya capital Philadelphia es considerada la cuna de su independencia, con una profunda propensión electoral en favor de los derechos humanos lo que le acerca a la ideología demócrata, pero que en 2016 su electorado se volcó en favor de Donald Trump, en una de las grandes sorpresas de entonces, cobrando también relevancia lo que suceda en el estado de Arizona con una tradición libertaria arraigada pero que pudiera dar una sorpresa.
Algunos otros analistas, incluyen en esta lista a Winconsin o Iowa, aunque yo estoy más expectante por estados como Georgia y Carolina del Norte cuya actitud conservadora y de supremacismo blanco (desde la época confederada) parecieran ser bastiones para los republicanos, aunque no estaría tan seguro.
Finalmente, en el panorama político pareciera que será una elección en la que si no sucede otra cosa la noche del martes, o bien, la madrugada del miércoles habrá alternancia de partido en EUA. Aunque, se corre el riesgo de que una de las democracias electorales más estables en el mundo entre en el terreno de la indefinición política y del conflicto poselectoral, escenario en el que Donald Trump podría ser más habilidoso, dejándole la elección del Presidente a la Cámara de Representantes, mientras que el Senado le tocaría resolver el resultado de la Vicepresidencia, por lo que habiendo mayoría demócrata en el primero, pudiera colarse el nombre de Nancy Pelosi en el momento de la definición presidencial por vía legislativa. No obstante, esperemos por la estabilidad política y económica norteamericana y mundial que no sea necesario llegar a este escenario fatídico.
Twitter: @EdgarMaPe