El costo de la desinformación
- Julián Chávez Trueba
- 1 abril, 2020
- Columnas
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Gobiernos iba y gobiernos pasaban, pero todo seguía igual, corrupción, narcotráfico, sigue la tendencia en inseguridad, en general, siempre criticables los gobiernos y tenían sus cosas buenas y sus muchas cosas malas, pero hasta ahí.
En estos días se han desatado una serie de rumores: que si las funerarias en Toluca denuncian (entre comillas) socialmente, que han aumentado las muertes por “neumonía atípica” y que esto a todas luces significa que es COVID 19; que no hay pruebas suficientes; que los datos no están unificados; que organizaciones sociales y médicos no se ponen de acuerdo con las cifras; que no hay insumos suficientes ni siquiera previo a la oleada de enfermos que se avecina.
Todo esto es gravísimo porque no hay quien alce la voz y pregone la verdad absoluta. Lo malo es que con la mucha presencia social, lo muy popular de López Obrador, lo muy cercano a la gente que es, no sirve de nada si no informa eficazmente.
Mucho se ha dicho de las mañaneras que son puesta en escena, con diálogos y preguntas a modo; esto resulta algo obvio para protección política de nuestro presidente, pero entonces no pueden llamarse ruedas de prensa, más bien son sólo informes diarios, porque a la prensa se le controla pero no se le calla, no puede decirse rueda de prensa si no hay posibilidad de preguntar asuntos incómodos.
Lo peor de todo esto es que hemos observado como de a poco caen algunos informantes (ojo no dije periodistas para que no se ofenda el gremio) que empezaron a levantar la voz en contra del gobierno e incluso que no pueden entrar a las mañaneras. Si sólo fuera eso, no estaría tan grave, lo que impacta socialmente es que el propio presidente en su discurso desestime su dicho y evada contrapunteando ideas obvias o axiomas sociales.
Es decir, cuando preguntan que si hay preferencia a la madre del Chapo al recibir directamente una carta y ser leída personalmente por AMLO, el propio AMLO responde que la pregunta responde a los fines conservadores de sus detractores, que el solo hecho de responderla implica contestarle a los intereses de sus adversarios, que él recibe las cartas de todo el pueblo, porque él le responde al pueblo y al final el pueblo manda.
No sé si me dé a entender. Pero con una respuesta así AMLO evade (como buen político del PRI PAN PRD) la pregunta, pero no sólo eso, sino que evidencia la baja calidad moral que tiene alguien de preguntar, sin recurso de réplica; envía ese comentario a la lapidación pública y remata con un axioma moral, porque nadie le va a negar que el pueblo manda y que él se debe al pueblo. La cosa es que esa señora es la madre de uno de los más grandes criminales de la historia del mundo y que la periodista que preguntó tiene el derecho de cualquier a preguntar y que su pregunta es muy válida y merece una respuesta.
Cada mañanera que viene con un incidente de este tipo es lo que responde AMLO, cuando le dan datos él hace lo mismo, desestima la información y contrapuntea con axiomas, lo que va generando un desgaste en su datos en su propio dicho que ahora se puede notar y hacer patente.
El gobierno, como figura unificadora, como ente máximo de control y veracidad, es una y otra vez cuestionado sobre su proceder en cuanto su organización, porque entre tantos datos desestimados la gente empieza creer en los rumores, la gente empieza a hacer lo que dice otro gobierno, lo que dice la gente, es decir, el gobierno ha encontrado una nueva forma de que lo rebasen, en la organización social.
Por ello la gente no sabe a bien qué hacer, la gente cree los datos que algunos médicos y funerarias dan, porque observa que su gobierno no tiene soporte ni atención eficiente a su ciudadanía.
Existe por ejemplo una Asociación Civil de Médicos en Colima que son mamás y doctoras que denuncia la falta de equipamiento para soportar las necesidades actuales y que ven la ola gigantesca y llaman a la gente a que done los insumos de los hospitales públicos.
Es un tanto normal que el gobierno no acepte errores, pero él no organizar, el no dar datos, el no observar las necesidades es lo que tiene de cabeza a México.
A nivel internacional y nuestro propio experto Subsecretario de Salud, llaman a quedarnos en casa y López Obrador sigue de gira, saludando y pasándose las indicaciones por su blanco copete. Hay dos ideas contrarias ahí, y eso le va a pesar en lo político y nos va a doler en lo social.