
El América lamentó el fallecimiento de Leo Beenhakker
- Dioney Hernández
- 10 abril, 2025
- Deportes
- Amércica, América, Club América, Leo Beenhakker
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Ciudad de México. El futbol mundial está de luto. Este jueves se confirmó el fallecimiento de Leo Beenhakker, uno de los entrenadores más carismáticos e influyentes de la historia del balompié, tenía 82 años de edad. La noticia fue dada a conocer por medios neerlandeses, pero no revelaron las causas del deceso.
Beenhakker no solo fue un estratega exitoso, tambien un verdadero arquitecto del juego, un maestro que dejó huella en cada rincón del mundo donde dirigió. Su figura se inmortalizó en clubes legendarios como el Real Madrid, con el que levantó tres títulos consecutivos de La Liga (1987, 1988 y 1989), y el Ajax, con quien se coronó en la Eredivisie (1979-1980) y más adelante volvió a saborear la gloria junto al Feyenoord.
Su pasión lo llevó más allá de Europa. En el Mundial de Italia 1990 dirigió a la selección de su país, Países Bajos, y más tarde, con valentía y sabiduría, asumió retos con las selecciones nacionales de Polonia y Trinidad y Tobago, escribiendo capítulos inolvidables en la historia del futbol internacional.
México lo recuerda con especial cariño. En 1994, Beenhakker tomó las riendas del Club América, formando uno de los equipos más espectaculares de su época. Su estilo elegante, ofensivo y su cercanía con los jugadores marcaron a figuras como Luis Roberto Alves “Zague” y un joven Cuauhtémoc Blanco. Aunque no levantó el trofeo, dejó una idea de juego que aún se evoca con respeto y nostalgia.
Por tal razón, el Club América lamentó el deceso y dedicó unas líneas a la memoria de Leo Beenhakker.
“Todos los que integramos el Club América lamentamos el sensible fallecimiento de Leo Beenhakker, leyenda del futbol mundial e histórico entrenador de las Águilas en las temporadas 1994-1995 y 2003-2004”, escribió el América.
Rompiendo moldes y sin temerle a la rivalidad, dirigió también a las Chivas de Guadalajara en la temporada 1995-1996, demostrando que su amor por el futbol estaba por encima de cualquier camiseta.
Leo Beenhakker fue más que un entrenador: fue un artista del futbol, un sabio del banquillo, un hombre que vivió el juego con el corazón. Hoy el mundo despide a una leyenda, pero su legado seguirá vivo en cada pase, en cada gol, en cada equipo que hizo soñar.