EL VALLE DEPORTIVO

Valores deportivos: el respeto. Controla los impulsos y ten el compromiso de esforzarte y dar de ti todo lo posible, respetando no solo a los compañeros, tanto del mismo equipo como rivales, y árbitros, sino también a ti mismo. Recuerda que no juegas contra el rival sino con el rival, sin él no hay juego, por eso hay que respetarlo.

Me sucedió el fin de semana. El buen compañero y los valores de equipo se han perdido; de pronto se alejaron y tal parece que el destierro es y era su destino. Ahora todo resulta vulnerable, áspero, ríspido, lleno de confrontaciones, frustraciones y en muchos de los casos, en las más temibles y arrogantes agresiones -de cualquier índole- que segregan y separan hasta a los más “unidos” y todo por no preparar la mente para escenarios de ésta y otras realidades. Por eso he insistido que la mente también se entrena, se prepara para evitar y/o crear conflictos, para erradicar lo deleznable que en un segundo puede destruir una comunión entre 2 o más personas, máxime si se trata de un conjunto.

El deporte en general y específicamente el fútbol ya no es lo que era, en muchos aspectos. En algunos era para mejorar en aras de ejercer un derecho de rendimiento personal y colectivo, en la conjunción no sólo de hombres o mujeres capaces de poner en práctica sus habilidades -sean cuáles sean-, pero en otras, el cambio es peor. Y lo es porque perjudica la esencia del sentimiento de pertenencia. La sensación de muchos de los que participamos dentro de un equipo, es que se han perdido esos valores tan importantes como el trabajo en equipo, que no es lo mismo que trabajar dentro de un equipo; el compañerismo, la lealtad, el todos a una o el respeto.  La unión que existía entre los jugadores hoy en día, no es la misma. Antes -lo tengo clarísimo- se sacaba la cara por los tuyos, se tomaban decisiones que, a pesar de no compartirlas, eran del grupo y eran sagradas, y se respetaban incluso si individualmente a alguno le perjudicaban. Porque lo importante era el equipo. Hoy en día parece que la competencia leal entre los del mismo bando crea conflictos, confusiones y divisiones -que es lo peor- que solo trasladan a separaciones, muchas veces necesarias para evitar otro tipo de roces, aunque el efecto del dardo envenenado directo al corazón ya hubo causado su efecto. Cada día me queda más claro que quién está comprometido con algunos y forman equipos, es porque su fascinación por el deporte es más específico y gustan y quieren estar en activo, coordinadamente con otros que manejan y presentan las mismas opciones, donde también, por cierto, existen diferencias y lo mejor es acoplarse y estar mejor preparados en cuerpo y mentalidad.

Hoy -más que nunca- me ha quedado tatuado en el alma y se lo he compartido a uno de mis hijos que vive intensamente el deporte, la mal comprendida idea de ambición, esa que lleva a muchos no-compañeros a no pensar en el bien común, tan sólo a sacar la cara por ellos mismos, algo así como sálvese quién pueda cuando vienen los malos resultados o cuando se cometen errores. Quién muestra conductas individualistas, critica a otros compañeros o no saca la cara con lealtad por los demás y confunde la adrenalina del momento con la critica permanente, pero no le alcanza para verse a sí mismo, y justifican todo, ausencias, estancias, exigencias, logros y pérdidas, sin un dejo de empatía y mucho menos asertividad. Tarde o temprano lo entenderán. Porque aquel que es buen compañero, te apoya en el error, aunque infortunadamente hay “compañeros” -así, entre comillas- que están deseando que tropieces. No por nada, sino porque eso les hace mejores a ellos. Son tan mediocres que no saben brillar con luz propia, necesitan de tu oscuridad. El compañero que saca la cara por ti cuando flaqueas, cuando te equivocas, es alguien leal. Se alegra de tus éxitos. Celebra contigo tus victorias, valora tu trabajo y tu compromiso, se ocupa de su labor y no crítica el de los demás. No confunde el ser sincero con ser arrogante, altanero, corriente y grosero, al contrario, con respeto y ánimo de ayudar dice lo que cree que puede sumar y es de los principales en priorizar el objetivo grupal: a veces cede, echa una mano con lo que no es su responsabilidad, celebra los triunfos grupales y comparte los individuales con su equipo como parte de ellos.

¿Te suena conocido? Pues bien, te toca ejercer el derecho de asistir a otro y no claudicar en la única manera de entrenar mente y cuerpo: ser coherente con tus actos.

Pásenla bien!!!