Delirante 2022
- Elva María Maya Marquez
- 14 diciembre, 2022
- Columnas
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Diciembre llegó, el fin de este 2022 está muy cerca, vacaciones, posadas, desayunos, comidas, cenas, intercambios, reuniones con amigos y familiares y consumismo disfrazado de afecto, pero no todo es paz y felicidad; pobreza, desempleo, violencia, inseguridad, racismo, clasismo y desigualdad, todo es parte de lo mismo, por ello, resulta buen momento para realizar un recuento de lo acontecido en más de 300 días transcurridos, donde después de más de 2 años de pandemia, por fin podemos ver la luz y sí, tomarnos un respiro que para muchos ha significado abarrotar las calles y centros comerciales, las plazas públicas y en general, hacer como que no pasó nada.
Intempestivo, arrebatado y delirante, así ha sido este 2022 que nunca dejó de sorprendernos (y aún no termina), donde siempre hubo acontecimientos y temas que, como en el séptimo arte, nos tuvieron “al filo de la butaca”; politizados y polarizados. No obstante, no deja de sorprender como es que la atención de las personas está centrada en los “chismes” del medio artístico y sus conflictos sentimentales, más que en la realidad que vive el de alado o en las amenazas concretas; visibles y tangibles que ponen en riesgo la subsistencia de la sociedad.
El panorama no marcha bien desde hace tiempo, la estructura social está muy desgastada, sin embargo, se tiene la mala costumbre de no hacer caso a las señales y nos dejamos llevar por intereses políticos o económicos que van en otra dirección de lo que es el bien común. Después de lo peor del COVID, es bueno preguntarse: ¿De qué sirvió lo que vivimos? ¿Qué cambió en lo individual y en lo colectivo? ¿Qué lecciones se aprendieron? ¿Qué ajustes se realizaron?
A varias personas la ingenuidad nos ganó pensando que esta terrible experiencia que cobró tantas vidas haría que modificáramos nuestro modo de vivir, pero la verdad es que no. Los seres humanos tenemos muy mala memoria y al final, al pasar de dos años el individualismo volvió, el consumismo se diversificó para estar a tan solo un clic de distancia y los pocos avances que se estaban consiguiendo en materia ambiental se vinieron abajo.
Mientras los seres humanos sigan con necesidades inagotables, pero sin entender que los recursos son limitados, esto no será diferente, aunque las tentaciones que coloca la mercadotecnia son impresionantes, a donde se mire la invitación es a comprar, consumir y acumular, ¿Para qué? para pertenecer, encajar o mostrar superioridad, ya que el consumo se convirtió en la religión de los nuevos tiempos.
Otro tema que marcó agenda es la violencia, la cual no solo continuó, se incrementó, las redes sociales se volvieron verdaderos campos de batalla con personas dispuestas a ofenderse en tan solo 280 caracteres. El caso de las mujeres tiene mención aparte, cada día nos agreden más, nos están matando de las formas más brutales que se puedan imaginar y todavía hay quien nos sigue culpando y las autoridades torpes, negligentes e ineficientes no hacen nada. Otras tantas están ahí, cautivas, sufriendo maltrato físico y verbal todos los días, sin querer seguir en relaciones que les hacen daño, pero sin saber cómo salir de ellas, pues la cohesión social es tan débil, los lugares para pedir ayuda se vuelven escasos, y la presión social tan agobiante, que la única manera de salir de ese infierno es en un ataúd.
El tema del narcotráfico merece mención aparte, pero ha sido tan cruel su presencia en este 2022, que prefiero no detenerme en el mismo por respeto a quienes tuvieron la mala suerte de estar en el lugar y la hora menos indicada.
Muchos mexicanos somos más víctimas que responsables de lo que hoy vivimos, pero el planeta que habitamos es el mismo, el espacio de convergencia llamado sociedad, también, y no deberíamos ser indiferentes a lo que está sucediendo. Más allá de los discursos hipócritas y vacíos que distorsionan la realidad y que nublan el pensamiento y la razón, es necesario hacer un esfuerzo por detenernos a ver dónde estamos y reflexionar si de verdad queremos seguir así; con injusticias y asimetrías globales, con la explotación de unos sobre otros, con mensajes folclóricos que llaman a “hacer algo” sin hacer nada como consecuencia de la enorme fragilidad moral, ética y emocional que prevalece.
Debemos mirar más allá de acuerdos y cumbres políticas que no trascienden de la foto, pues con recomendaciones sin capacidad ejecutiva todo permanece igual. Lo que hoy tenemos es una especie de “miopía” generalizada, modos egoístas de ver al mundo donde el Estado no hace nada y los ciudadanos tampoco. Actuemos desde nuestra propia individualidad, es posible hacer algo con acciones concretas, responsables y bien intencionadas.
En lo que corresponde al ámbito académico, no necesitamos a más personas estudiando un doctorado para obtener un diploma, necesitamos que detrás de ese diploma exista un ser humano que empatice más y que juzgue menos, que salga de las teorías y aterrice en la realidad. No se necesita seguir haciendo tesis de derechos humanos, sino hacer de los derechos humanos una práctica cotidiana. Hagamos que esto cobre sentido, no vivir sin enterarse, sentirse bien, relajado, confiando en uno mismo con indiferencia por los demás, sustituyendo personas con las cosas que los medios de comunicación y la publicidad aseguran que es la nueva felicidad.
Estamos por culminar el año, no será momento de mirarnos a nosotros mismos y saber que estamos haciendo con nuestras vidas, pues al parecer no nos sorprende y nos importa nada, nos dejamos llevar por emociones, sentimientos y corrientes de información sin saber si son verdaderas o falsas, pero la consumimos afanosamente. Comencemos de nuevo, la vida es más que esas confrontaciones y discusiones viles y ruines de nuestros políticos, el pleito es entre ellos, los ciudadanos ni siquiera les interesan, o no como deberían.
La necesidad de sensibilizar al mundo es impostergable y no estoy pensando en vestir de blanco o en firmar acuerdos, tenemos que asumir una responsabilidad de cambio para un mejor presente. Vivimos momentos inéditos que nos colocan como testigos de tantas atrocidades, pero también como partícipes de una trasformación. El cambio no vendrá de una persona sino de una sociedad y se puede partir de una mejor actitud, ya que gran parte de nuestras acciones dependen de eso.
Gracias por leerme durante este 2022, por compartir esta nota lo cual es muy importante para poder seguir, si todo sale bien nos encontraremos en el 2023, de no ser así, también.