México militarizado

Un día especialista en educación, al otro en salud, en medio ambiente, en temas de seguridad, internacionalista, y hasta en sismología. El hecho es que todos quieren opinar de todo, y si bien es cierto que existe constitucionalmente el derecho de hacerlo, también se debe reconocer que hay límites, por lo cual, expresarse en espacios donde se tienen la posibilidad de llegar a un mayor número de personas debe obligar a ejercer este derecho con mayor responsabilidad.
Ante una multiplicidad de temas, la gente quiere informarse, merece estar informada y el acceso a la información veraz y oportuna también se vincula con la ética y el profesionalismo de aquellos que tienen la posibilidad de orientar a los ciudadanos y así, contribuir en la formación de la opinión pública. El problema radica en contar con medios de comunicación al servicio de intereses políticos y empresariales. De seguir así, la sociedad es la que pierde al no tener información necesaria para tomar mejores decisiones, opinar y también participar con mayores elementos.
En el tema de los militares muchos hablan y muchos opinan, pero ello no significa que realmente comprendan el tema o estén tocando lo medular del asunto. Se habla desde la simpatía o el rechazo hacia AMLO y la discusión seria y objetiva se pierde. Por tal motivo, es necesario reconocer que no contamos con una definición precisa del término “militarización”, pero se coincide en que implica un juicio negativo. Por una parte, “militarización” remite al proceso vivido en el sexenio de Felipe Calderón, en el que se confirieron capacidades extraordinarias a las fuerzas armadas para combatir a los cárteles de la droga, acostumbrando al país a vivir en condiciones de violencia y de una guerra declarada por el entonces presidente.
Por otro lado, también se llama “militarización” al proceso en el que el gobierno actual asigna cada vez más capacidades civiles a las fuerzas armadas como la construcción de obras de infraestructura, ejemplo de ello; el tren maya o el nuevo aeropuerto, pasando por la distribución de vacunas y hasta el transporte de libros de texto.
Los dos procesos pueden ser vistos como “militarización”, lo cual complica la diferencia fundamental entre ambos, mientras que con Calderón los militares llevaron a un incremento en el número de quejas contra la Secretaría de Defensa Nacional y la Secretaría de Marina ante la CNDH, con AMLO, parecen estar más enfocados a una labor social, a un compromiso con “el pueblo de México”, pero precisamente ahí se centra la discusión, los militares han actuado bajo el mando del jefe máximo que es el presidente el turno, participando en los peores actos de tortura, represión, desapariciones, violaciones a los derechos humanos y si, muertes contra civiles, que son los mismos que hoy trabajan en obras de infraestructura asignadas por el presidente, ¿y mañana? qué pasará cuando AMLO o gobiernos de Morena no estén en el poder, que sucederá con un partido distinto, ¿Cuál será el uso o las actividades de este cuerpo de seguridad? Esas son preguntas que debemos responder y en las que debe fundarse la decisión de tener o no a los militares en las calles.
Los militares de Zedillo, de Fox, de Calderón y de Peña, son los mismos que hoy están con AMLO, muchos de ellos deberían ser llamados a cuentas y ser investigados por casos como la matanza de Acteal, la represión de San Salvador Atenco, los daños “colaterales” que implicaron miles de muertes de “la guerra contra el narcotráfico”, y la desaparición de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa, pues cambiar de uniforme o de nombre, no borrará el terrible pasado que tienen.
La militarización a nivel global no ha dejado las mejores experiencias. En Latinoamérica la huella no ha sido positiva, por el contrario, para muchos representó un dolor que aún prevalece. En el caso mexicano la decisión tiene tintes autoritarios, y esto no tiene que ver con ser Obradorista o no, pero presentar una iniciativa para prolongar la presencia de las fuerzas armadas hasta 2028, cuando de manera inicial, en 2019, se fijó el plazo de 2024, no puede ser visto de otra manera. Los militares en la calle no resuelven el problema de inseguridad, pero con esta decisión, se comete una violación a la constitución, ya que el artículo 19 obliga a que la Guardia Nacional sea una institución de corte civil, no militar como esta propuesta, aunque no se quiera reconocer.
La experiencia del gobierno de Felipe Calderón en la historia reciente, dejó heridas que aún no sanan. La inseguridad nos está matando literalmente, y ante la violencia descontrolada que se vive no hay soluciones fáciles, pero los ciudadanos no vemos resultados, ¿entonces? bajo que justificación seguir con esta “estrategia”, y que hay del fortalecimiento de las policías municipales y estatales.
Muchos están de acuerdo en que los militares en las calles es la única solución, sin embargo, hay mucha hipocresía en el tema, pues aquellos diputados y senadores panistas, incluso de otros partidos, así como medios de comunicación y académicos que ayer no dijeron nada, hoy están en contra de la militarización. La pregunta es, ¿Cómo reformamos a las fuerzas militares? Por qué no abrir el debate para ver más allá de militares sí o militares no.
En México nunca hubo una diferencia clara entre policías y militares, la policía nace militarizada desde 1870 de acuerdo con el investigador y periodista Carlos Pérez Ricart, quien argumenta que los militares siempre han sido parte de la vida pública de nuestro país y han estado sumergidos en tareas de seguridad pública.
Todo lo que se ha dicho se convierte en meras especulaciones y el tiempo nos dirá que tan acertado o no, fue tomar esta decisión, pero alguna garantía de que esto funcione no la hay. Por ahora, solo sabemos que nos tocará cargar con los costos de esta “estrategia” en nombre de la seguridad, ¿Cuáles? Esa es la verdadera incógnita.