Novatadas que matan

La muerte de 7 cadetes de entre 18 y 29 años es el resultado de una posible “novatada” realizada el pasado 20 de febrero en la “Playa Corona” en Ensenada, Baja California. Los jóvenes cadetes con el resto de la flotilla fueron obligados a ingresar al mar con su uniforme militar con olas de entre 4 y 5 metros de altura. La actividad, la cual ha sido reconocida como “fuera de procedimiento”, fue ordenada por el Director del Centro de adiestramiento el teniente coronel; David López Ordaz, quien actualmente se encuentra detenido bajo los cargos de “desobediencia y abuso de autoridad” al provocar la muerte de los jóvenes.

A un mes de este suceso, es necesario cuestionar seriamente el tipo de formación y/o adiestramiento que reciben aquellos que han de ser los responsables de la seguridad nacional. Pues, así como hay quienes aun viviendo estos abusos y excesos se niegan a reconocerlo, existen testimonios de las agresiones y la brutalidad ejercida en contra de los cadetes en formación en los diferentes planteles de formación militar en nombre del supuesto “honor a la patria”.

Para ello, retomo el testimonio de Víctor Hernández, actualmente, profesor investigador de Seguridad Nacional de la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana y Coordinador del Diplomado de Seguridad Nacional y Gestión del Riesgo en la IBERO, Puebla, quien el 1 de septiembre de 2014, ingresa al Colegio Militar. No obstante, solicitó su baja en diciembre de ese mismo año después de permanecer tres meses, tiempo del adiestramiento militar básico individual.

Con base en lo que vivió, relata que las formas de violencia se pueden dividir en tres grupos:  física, económica y sexual. La física tiene que ver con las novatadas, estas prácticas que se llevan a cabo a quienes se integran a un grupo y que, en este caso, consisten en el uso de tablas y tubos para golpear a los cadetes de nuevo ingreso a quienes tradicionalmente se les llama “potros”, de ahí el nombre de la “potreada”, que es la novatada para todo aquel que causa alta en las fuerzas armadas.

Muchas de estas golpizas pueden terminar con heridas de gravedad; desviación de columna al golpear con los tubos o bien, al dar tablazos en los glúteos hasta dejar completamente negros. Otra de las novatadas que señala es, “herrar al potro”, que consiste en golpear los pies de los cadetes con los tubos de metal hasta que quedan negros, bajo el entendido de que cuando marchan van “marcando el paso” y en estas condiciones, significaría un esfuerzo mayor y que no todos podrían realizar.

Víctor refiere, “si tu encierras a un joven de 18 años, lo golpeas casi a diario por 4 años, lo extorsionas y le enseñas que esa conducta es esperada de él”, porque habría de sorprendernos el actuar de los militares que vemos en las calles, quienes hacen uso desproporcionado de la fuerza y no respetan los derechos humanos. La idea de este tipo de entrenamientos es desensibilizarlos al punto de volverlos personas capaces de torturar y asesinar.

Otro testimonio fue contado en la pantalla grande en septiembre del año pasado con la película “Heroico”, donde el protagonista es un joven que al igual que Víctor, ingresó al Colegio Militar y finalizó el primer año. Esta película exhibe el sometimiento físico y psicológico que reciben bajo la premisa de “forjar el carácter”. Durante este año, Santiago Sandoval, excadete de la Escuela Militar de Aviación de Ciudad de México (que en la cinta aparece con el nombre de Luis), fue víctima, pero también victimario, esto último por órdenes de sus superiores quienes lo obligaban como al resto de los cadetes de nuevo ingreso a golpearse con tubos —que coincide con el testimonio de Víctor Hernández— y señala: “Los tubos se rompían entre nosotros, a algunos les quemaron las uñas con silicona, entre otras cosas”.  “Llevaba como cinco meses que había salido de la milicia y estaba como seis meses con un cuadro de depresión terrible”.

En entrevista con el diario “El País” (septiembre de 2023), Santiago comenta que de los 200 que comenzaron junto con él, quedan poco más de 90 dentro de la institución. “Dos de mis colegas no desertaron, siguen adentro. Uno de ellos tiene una fractura de cadera con una placa y siete tornillos. Al otro le destrozaron los ligamentos de la rodilla a base de golpes. Son algunos casos que no salen a la luz”, afirma.

Desde antes que saliera la película, Santiago comenzó a recibir insultos y amenazas que decían: “Cuando te vea, ahora sí vas a sufrir, puto desertor. Ojalá te mueras”.  Varios antiguos cadetes y superiores me dijeron “si te vemos o encontramos, te vamos a levantar”. Me siento tranquilo, o sea, he estado dentro de la institución y sé de lo que son capaces. Entonces, no me da tanto miedo”.

La familia de Fernando Isaías Pérez (18 años), Michael Arellano (20 años), Óscar Abraham Sánchez (20 años), Carlos Omar Frías (21 años), Luis Manuel Vilchis (21 años), Brando Francisco Gastélum (22 años) y Arturo Esteban Sarmiento (29 años), no se van a conformar con un “usted disculpe”. La sociedad, el presidente Andrés Manuel López Obrador y después del 2 de junio una de las mujeres que habrá de gobernar este país, deben hacer algo para que esto cambie, pues el ejército que hoy tenemos más que ser la solución, es parte del problema. Al salir de las escuelas militares se espera que hagan cumplir la ley, pero como hacerlo si durante su proceso de formación les enseñan todo lo contrario.

Las fuerzas armadas en México tienen una vocación de seguridad interior, no de amenaza de guerra. En una guerra el uso de la fuerza es irrestricto, pero en una balacera, operativo o detención, esto no está permitido y es una situación que se vive de manera cotidiana. Los métodos de tortura, de ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas, no han traído mejores resultados, por el contrario, lo único que han conseguido es radicalizar a los cárteles y erosionar la confianza de la ciudadanía en el Estado.

México no necesita un ejército de personas deshumanizadas y que actúan como máquinas de tortura. Lo que se requiere es que las fuerzas armadas entiendan que su labor consiste en garantizar la seguridad de seres humanos, que el uso legítimo de la fuerza se hará siempre y cuando esté justificado, ni por capricho o de forma deliberada. Por Fernando Isaías, Michael, Óscar Abraham, Carlos Omar, Luis Manuel, Brando Francisco, Arturo Esteban y todos aquellos que en 200 años de existencia del Colegio Militar han perdido la vida como resultados de este tipo de “novatadas” y prácticas de formación violentas, justicia.