El poder de las redes sociales
- Elva María Maya Marquez
- 10 mayo, 2019
- Columnas
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En la actualidad, Internet se ha convertido en una herramienta sumamente poderosa a través de la cual la información fluye y se propaga de manera vertiginosa. Publicaciones realizadas a través de una red social como Facebook o Twitter, logran tener alcances que rebasan las dimensiones de lo imaginable, incluso para aquella persona que en ocasiones comparte lo que parece ser “un simple e inocente comentario”.
En el mundo virtual y mediante el uso de las redes sociales, hemos sido testigos o participes de conversaciones casuales, incomodas o hasta “subidas de tono” pero, de igual manera hemos reído ante imágenes por demás creativas. En contraste, no se puede negar el valor social que poseen las redes sociales como un medio para dar a conocer temas de los cuales en ocasiones no es tan sencillo hablar.
La existencia de estas plataformas digitales han dado paso a nuevas formas de relación entre los individuos, pero no se puede pasar por alto el daño que se puede llegar a causar ante señalamientos o acusaciones que en algunos casos carecen de sustento o veracidad.
De manera reciente, ha cobrado gran fuerza en el mundo de las redes sociales el tema #MeToo (#YoTambién), movimiento colectivo que emerge en 2017 en Estados Unidos ante la denuncia de diversos casos de acoso sexual en contra de un productor de cine. En el caso de México, el tema no pasó desapercibido al hacerse públicas un sin número de denuncias en contra de músicos, actores, periodistas y en espacios académicos, de algunos profesores que se presume realizaron actos de acoso sexual.
Alzar la voz y denunciar a través de este tipo de movimientos contribuyen a la reivindicación de los derechos de las mujeres para transformar realidades en las que este #YoTambién, sea visto como un ya basta, basta de desigualdad, basta de una sociedad machista, que discrimina y excluye, basta de partir de un piso que no es parejo, donde las condiciones para hombres y mujeres en el mercado laboral no solo han sido distintas, sino también normalizadas.
Para que movimientos de este tipo logren trascender y no se desvirtúen, es necesario realizar un esfuerzo para establecer definiciones claras y entender ¿Qué es el acoso sexual? porque si hoy en día todo es acoso, ya nada es acoso. La reflexión al respecto debe ser ampliada en lo cultural y en lo social, para ser capaces de identificar la existencia de conductas que suelen ser incómodas, desagradables y molestas, especialmente para las mujeres pero, no son necesariamente acoso. Pongamos manos a la obra y trabajemos en políticas de prevención desde la infancia, donde niños y niñas sean educados para la igualdad y para la equidad de género.
El tema es bastante complejo e inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro, no es lo más conveniente, partamos de una presunción de verdad para ambas partes, a fin de no llevar a los acusados a una posición de total indefensión. El estallido del tema por este medio, evidencia la falta de canales de denuncia y protocolos de actuación para ser atendido por parte de instituciones, empresas, universidades y del propio Estado.
Reeduquémonos en el uso de las redes sociales, asumamos la responsabilidad de lo que se publica y se comparte, entendamos que si aquello que sucede en lo privado es llevado a lo público, puede ser resultado de una falta de sensibilidad, empatía y verdadero interés por parte de las instancias correspondientes para hacer frente a este tipo de problemáticas que sin duda alguna, laceran, fragmentan y nos confrontan como sociedad.