Juan Francisco Estrada y el Suntuap, cueva de mapaches electorales y ambiciones financieras
DEBATE
Por: Roberto Desachy Severino
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Juan Francisco Estrada y el Suntuap, cueva de mapaches electorales y ambiciones financieras
No, no son los terrenos que hacen deseable, apetitoso al Sindicato Unitario de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla (Suntuap), pese a que le quedan menos de 80 afiliados y a que hace décadas no desempeña ningún rol de importancia en la máxima casa de estudios del estado: https://desdepuebla.com/2022/02/23/aspabuap-y-suntuap-contrastantes-ejemplos-del-sindicalismo-universitario/.
Los famosos terrenos del Suntuap dejaron de provocar la codicia de los directivos del extinto sindicato, porque están legalmente perdidos, luego de que un juez habría fallado a favor de alguien llamado José Luis Espinosa, que en los años 1988-89 le prestó alrededor de 60 mil al representante gremial de esa época y, como no le pagaron, peleó por dichos predios y estaría cerca de ganarlos, puesto que solamente un amparo de la organización le impide tomar posesión de ellos.
Pero la cada día más cercana posibilidad de perder la posesión de dichos terrenos no ha minado la ambición del grupo político del extinto Guillermo López Mayo, ex representante del Suntuap en varios períodos y su sucesor, el impuesto Juan Francisco Estrada, que se quedó con el hueso de dicho sindicato en una amañadísima, sucia elección interna del pasado 26 de febrero.
Al más viejo estilo de las pseudo elecciones del PRI, PAN y/o Morena, el delfín de grupo que usufructúa a dicha organización, Juan Francisco Estrada, obtuvo la secretaría general gracias a que el comité electoral retardó la emisión de la convocatoria, para que los candidatos opositores al oficial, Gustavo Mendoza y José Carlos Cano, no tuvieran acceso al padrón y dejarlos sin tiempo de campaña.
LA DANZA DE LOS MILLONES EN UN DIZQUE SINDICATO “DE IZQUIERDA”
Gracias a las triquiñuelas, insisto, dignas de cuando don Manuel Bartlett Díaz armaba elecciones dirigidas en todo el país desde la secretaría de Gobernación federal, Juan Francisco Estrada logró 54 votos, pero más de la mitad los sacó de las comisiones internas del pseudo sindicato; es decir, de su burocracia.
Incluso, durante la supuesta contienda interna los seguidores de Gustavo Mendoza y Carlos Cano recibieron ataques, críticas acusaciones de “desleales” y, cuando intentaron hacer campaña y formular sus propuestas, la mañosa comisión electoral les llamaba la atención por supuestamente no estar en tiempo.
La ambición desatada por el control de la organización no se debe –ni con mucho – a un genuino interés por defender los intereses de los trabajadores y académicos universitarios, sino por algo mucho más mundano: Dinero. Fuentes confiables señalan que, pese a la pérdida de los terrenos, la directiva de la organización espera recibir fuertes cantidades por otros conceptos.
En primer lugar, el ayuntamiento de Puebla le debería 6 millones de pesos por afectaciones a los predios del extinto sindicato para construir calles. Además, se asegura que la universidad –supuestamente – le debe una cantidad similar por algunos conceptos pactados antes de que el Suntuap se diluyera en el abismo de la intrascendencia.
LOS VERDADEROS DUEÑOS DEL SUNTUAP
Pero, aunque Estrada García haya obtenido la representación formal de la organización, al interior de la misma se cuenta que los verdaderos dueños no son otros que dos sujetos llamados Carlos Huerta y Miguel Ángel Rosas Burgess, pese a que ninguno debería –siquiera – involucrarse en los temas intestinos del sindicato.
Porque Carlos Huerta es un abogado que supuestamente representa al sindicato y que, en consecuencia, ha cobrado mucha influencia al interior del mismo y sus agremiados lo consideran como el que verdaderamente mueve los hilos.
El otro, Miguel Ángel Rosas Burgess, sí es trabajador universitario, porque se desempeña como encargado del Observatorio Meteorológico. Pero tiene un puesto directivo, de confianza en la máxima casa de estudios, lo que en teoría le debería dejarle fuera del Suntuap.
No obstante, es uno de los que tocan el pandero al interior del organismo. Así se las gastan algunos sedicentes “luchadores sindicales de izquierda”, igual de ambiciosos, tramposos y sectarios que sus supuestos adversarios ideológicos de la derecha.