Tras denunciar abuso sexual, Paola Schietekat es condenada a 100 latigazos
- Fernanda Medina González
- 19 febrero, 2022
- Nacional e Internacional
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Ciudad de México.- La mexicana Paola Schietekat Sedas logró escapar de Doha, Qatar, antes de ser condenada a 7 años de prisión y 100 latigazos tras denunciar haber sido víctima de abuso sexual.
La economista, politóloga y antropóloga trabajaba en el Comité Organizador del Mundial de Futbol, programado para el 21 de noviembre próximo, cuando lo que llamó su “trabajo soñado” fue interrumpido cuando una persona, a la que consideró su amigo, abusó sexualmente de ella el 6 de junio de 2021.
Paola contó su historia en un artículo publicado por Julio Hernández “Astillero” el pasado 8 de febrero, en el que denunció que la representación del gobierno mexicano en Qatar no hizo nada para ayudarla.
En su testimonio, el cual fue compartido en la cuenta de Twitter “Fuga de Cerebros”, señaló que la solución que le dio su abogada y el representante legal de su violador era que se casara con su agresor para que el caso fuera cerrado.
Paola Schietekat aseveró que cuando trabajaba en el Comité Organizador del Mundial de Futbol en Qatar, el 6 de junio de 2021, una persona que consideraba su amigo de la comunidad latina en Doha, se metió a su departamento por la noche y abusó de ella.
“Mantuve la cabeza fría: le avisé a mi mamá, a un colega del trabajo y documenté todo con fotos, para que mi memoria, en un intento de autoprotección, no minimizara los eventos o borrara por completo parte de ellos. Y denuncié. Denuncié porque, en un acto de amor propio, me negué a dejar que alguien lastimara así mi cuerpo de nuevo, sin consecuencias”.
Tras obtener el certificado médico e ir a la policía en compañía del cónsul de México en Qatar explicó la situación, le preguntaron si quería una orden de alejamiento, no hacer nada o ir a las últimas consecuencias, se congeló por el shock, el miedo y la falta de sueño.
“Volteé a ver al cónsul, quien me recomendó ir a las últimas instancias. Firmé la declaración en árabe y di los datos del agresor. Horas después, a las nueve de la noche, me hablaron por teléfono para acudir urgentemente a la estación de policía. Extrañada, pregunté si era necesario que una mujer que acababa de ser agredida fuera sola a la estación de policía a esa hora. Su respuesta fue que, si no iba, mi denuncia sería descartada. Tomé un taxi. Al llegar a la estación, los policías pusieron delante de mí a mi agresor”, contó.
Agregó que después de tres horas de interrogatorio en árabe, le exigieron una prueba de virginidad porque, de pronto, ya no era la acusadora, sino la acusada, pues su agresor se estaba defendiendo con el argumento de que era su novia, y que habían tenido relaciones sexuales consensuadas.
Explicó que en Qatar, tener una relación extramarital se paga con hasta siete años de cárcel, y en algunos casos la sentencia incluye cien latigazos. De un momento a otro, mi denuncia ya no importaba. La policía refirió el caso a la fiscalía pública, único lugar donde tuve un traductor. Todo se centró alrededor de la relación extramarital, mientras que, bajo mi abaya, la túnica que me recomendaron usar para parecer una ‘mujer de buena moral’, seguían las marcas, moradas, casi negras. Mi abogada casi no habló. Al final, tuve que entregar mi teléfono, desbloqueado, a las autoridades, si no quería ir presa.
Destacó que el Supreme Committee la ayudó a salir del país. Su teléfono ya no importaba, aunque había grabado testimonios y los envió a Human Rights Watch para que publicaran en caso de que la arrestaran.
Destacó que su caso fue referido a la corte criminal, y cuando por fin recibió el expediente, que, por supuesto omitía todas las faltas cometidas por las autoridades qataríes, se estipuló que su agresor fue absuelto del cargo de violación porque, a pesar del informe médico, “no había cámaras que apuntaran directamente a la puerta del departamento” y no se podía comprobar la agresión.
Lo que sí corroboraron los qataríes fue que los cargos por tener una relación fuera del matrimonio seguían vigentes, impidiéndole volver a Qatar y forzándola a pagar aún más por representación legal.
Luego de darse a conocer el caso, cientos de mujeres y colectivos feministas han expresado su apoyo hacia Paola Schietekat y exigen a las autoridades su intervención para esclarecer los hechos.
Con el hashtag #100Latigazos deIndiferencia los internautas han expresado su rechazo y preocupación ante la inoperancia de las autoridades mexicanas, ya que Paola Schietekat señaló que el otro error es más delicado, y tiene que ver con la falta de un protocolo de protección a víctimas de violencia con perspectiva de género en el Servicio Exterior Mexicano.
“Durante mi proceso, observé la poca, o más bien, nula preparación de la Embajada para actuar en mi defensa. Nadie de las y los diplomáticos hablaba ni un poco de árabe, pero tampoco tenían el menor conocimiento de las leyes locales”, añadió.
Denunció a una embajada que tiene una carga de trabajo de protección consular mínima, dado los pocos más de 600 mexicanos residiendo en Qatar, y preguntó: “¿Cómo servirá esa misma Embajada a miles de mexicanas y mexicanos que asistan al mundial?”
Sentenció que las denuncias a veces están ahí, descartadas por personal de recursos humanos, por personal de primera respuesta que desacredita los hechos, minimizadas por instituciones que nos abandonan cuando más necesitamos su protección y acompañamiento.