EL VALLE DEPORTIVO
- Pedro Eric Fuentes López
- 21 septiembre, 2021
- Columnas
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Toda persona tiene derecho a la cultura física y a la práctica del deporte. Corresponde al Estado su promoción, fomento y estímulo conforme a las leyes en la materia. Último párrafo del artículo 4º. de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.
Siempre he dicho que en mi epitafio deberá decir: acá yace un reportero deportivo. Y como parte de esa condición jamás me separaré de la excelsa fascinación que me produce el deporte en general y desde hace ya algunos años el intenso y diario estudio de la Cultura Física y sus repercusiones en el ayer, hoy y sin duda en el mañana mediato e inmediato, pero al mismo tiempo no dejan de asombrarme varias cosas que giran en torno a ello, las dinámicas grupales, la incongruencia que de repente se presenta entre una o más personas, la efervescencia que descoyunta emociones guardadas en uno mismo, la intolerancia a la razón, la miopía del buen disfrute del tiempo libre, la inoperancia de varios y el hartazgo de muchos más, lo equivocado del momento y la zozobra del qué pasará…Hay momentos en que el deporte en general es rebasado por el pulpo de la corrupción, el poderío económico, las malas administraciones, los pésimos manejos administrativos, el favor de colocar y mantener a gente sin facultades ni conocimientos, la depreciación de los valores como lo marca el artículo 4° Constitucional (en materia deportiva, refiero) y todo, lastimosamente, redunda en fanatismo que genera violencia.
Increíble pero cierto, a todas luces resalta por sus condiciones de aparecer (la violencia) como por arte de magia en un santiamén; en dos segundos estalla y rebela una insospechada e inimaginable levedad del ser, tal como escribiera Milan Kundera, aunque el escritor checo dejó clara la condición de un hombre que tenía sus dudas existenciales en torno a la vida en pareja, convertidas en conflictos sexuales y afectivos, por ello, trasladándolo a este sector pareciera justo que todos los días hay incertidumbres bajo los reflectores del deporte y la vida misma. ¿Quién en su sano juicio acude a un escenario deportivo a arriesgar su vida y la de los demás? ¡Nadie! Asisten o asistimos por el privilegio que nos da gozar de un espacio libre para dar rienda suelta a la alegría, a las risas, a soltar las emociones, sin que esto necesariamente se ubique como “derecho” a hacer y decir lo que queramos, no, no, están los lineamientos establecidos, la educación trasladada a efectos de buen comportamiento no de linchar y mucho menos ser linchados, pero hay “personajes” que no saben de esto y solo apelan a su voluntad atroz de dejar salir a su voraz yo auténtico, ese que, infortunadamente, se esparce por doquier, se escuda con demás afines, ahuyenta, agrede, lastima y ahora hasta mata…que impotencia causa saber, ver y no poder entender cómo es posible que la autoridad no implemente mecanismos de destreza efectiva para controlar y erradicar estos temas, porque basta apreciar que en su gran mayoría están permeados por la misma gentuza y lo peor, permitida por otros tantos.
Quiero hacer especial énfasis que cuando hablo de deporte en general, no puedo hacer una diferencia entre sectores, y no lo hago porque esto ocurre en todos, desde el inicial hasta el profesionalismo y se presenta cada vez más fuerte. Ojo, atención, los momentos que transitamos nos llama a que en colectivo señalemos a los culpables, a quienes azoran las tribunas y se escabullen entre la horda, que desgracia que hoy en día y desde hace varios años, no tengamos la libertad de distraernos sanamente en un inmueble deportivo.
Lo anterior a colación de las innumerables muestras de violencia que se suscitan en nuestro entorno donde un evento deportivo pareciera que es una convocatoria a desatar la ira, unos contra otros, donde el resultado del suceso es lo de menos porque se transforma en un escenario de conflicto. Seamos realistas, todos, estamos rebasados por el fanatismo y la violencia, no hay respeto ni por niños, ni damas, ni familias, las autoridades brillan por ausencia o son superados en número de aficionados, no sólo los rijosos han tomado las calles sino los estadios, la enemistad deportiva genera violencia y luto.
Por eso y tratando de aportar y abonar al tema, rescato y presento un párrafo del Artículo 2 de la Ley General de Cultura Física y Deporte, en el punto: VII. Promover las medidas preventivas necesarias para erradicar la violencia, así como la implementación de sanciones a quienes la ejerzan, lo anterior sin perjuicio de las responsabilidades penales y civiles a que haya lugar, y reducir los riesgos de afectación en la práctica de actividades físicas, recreativas o deportivas, así como para prevenir y erradicar el uso de sustancias y métodos no reglamentarios que pudieran derivarse del dopaje;
Creo firmemente que cuando en todos los sectores deportivos amateur y profesional tomen real conciencia de esta situación y le hagan caso a esta reglamentación, que implica un antes, durante y después de la actividad y/o desarrollo deportivo, y se compaginen los esfuerzos con las autoridades, tal como lo señala ese apartado, entonces, solo entonces, tendremos el escenario que deseamos todos para bien del deporte mexicano.
Pásenla bien!!!