SIN TON NI SON
- Francisco Javier Escamilla
- 22 julio, 2021
- Columnas
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Esta vez voy a hablar de una palabra que a su vez envuelve toda una tradición filosófica: Cábala. Se conocen con este nombre a un conjunto de doctrinas místicas, desarrolladas originalmente en el judaísmo, sobre todo entre los siglos XII y XVII. En la actualidad expresa también cierto tipo de cálculo supersticioso para adivinar alguna cosa.
Los aficionados a juegos de azar (la ruleta, por ejemplo) eligen cuidadosamente los números por los que apuestan, basados en sueños o en sucesos de la vida cotidiana en los que tales números aparecen, o en la mera inspiración del momento, y llaman cábala a los motivos de su elección, pero raramente conocen el origen de esta palabra.
Cábala llegó al español a través del latín medieval cabala, palabra derivada del hebreo qabbalá, que tuvo origen, a su vez, en la raíz semítica qbl ‘recibir’. Qabbalah se usó para designar toda la tradición no contenida en el Pentateuco (los cinco primeros libros de la Biblia). El primer texto relacionado con la cábala, Séfer Yesira (Libro de la creación), fue escrito en Palestina entre los siglos III y IV. En él se intenta explicar la relación de la Divinidad con la Creación, fundamentándola en los séfirot (diez números básicos) y en la combinación de las veintidós letras del alfabeto hebreo. La obra clásica de la cábala es el Zohar (Resplandor), escrito en arameo por Simeón ben Yohay, aunque está más divulgada la traducción y versión del español Mosé ben-Sem-Tob de León (1250-1305). La cábala se vinculó desde un principio con la magia, la astrología, la nigromancia y la quiromancia, y justificaba sus teorías con tres métodos: la gematría (concesión de valores numéricos a las letras y palabras, recurriendo incluso a multiplicaciones y divisiones), la temurá (combinación de las letras de una palabra con otras, que alteran su valor y significado) y el notarikon (arte de los signos; cada palabra es como un acróstico, y cada letra es el comienzo de una nueva palabra), por medio de los cuales se interpretaban los textos. La cábala como doctrina seudorreligiosa adquirió esplendor en la comunidad hebrea tras la expulsión de los judíos de España en 1492. Al final, la cábala estaba vinculada únicamente a la magia y al ocultismo, y su decadencia ocurrió en el siglo XVIII. La primera documentación en español de cábala se registra en el prólogo del Libro de la caza, de don Juan Manuel (1282-1348):
Cábula es una variante de cábala, contaminada por fábula, que se usa en algunas zonas de Argentina y de Colombia con el significado de «treta». En Chile y Honduras, cábula se transformó en caula y también en cabla.
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