La otra pandemia
- Elva María Maya Marquez
- 14 julio, 2021
- Columnas
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¿Qué representa que 11 personas mueran de hambre cada minuto? ¿Qué significa que actualmente estén perdiendo la vida más personas por una situación de hambre que por COVID- 19? ¿Qué pensar o qué sentir ante esto que se ha convertido en otra pandemia? ¿Es posible ser indiferente ante este devastador hecho que se vive a nivel mundial?
Ha pasado más de un año desde que inició la pandemia, más de un año en el que las problemáticas sociales se han agudizado en el mundo entero. La falta de planeación, de estrategias claras y bien pensadas, de voluntad política y social, nos están condenando a un rezago y retrocesos en diferentes áreas que nos cobrarán factura, que limitan la calidad y esperanza de vida de las poblaciones y que nos debe llevar a la reflexión, a la empatía, a la solidaridad y a exigir que las autoridades a diferentes niveles retomen el tema de manera urgente.
La crisis económica de 2020, derivada en gran parte de la pandemia de COVID-19, detonó uno de los mayores aumentos del hambre vividos en décadas, lo anterior, documentado por diferentes organismos nacionales e internacionales. De acuerdo con un estudio publicado el pasado 9 de julio por Oxfam, confederación que trabaja en más de 90 países para poner fin a la injusticia de la pobreza para intentar acabar con la desigualdad, señala que a finales de este año, 12 mil personas al día podrían morir de hambre derivada de la crisis del COVID-19, posiblemente más que de la enfermedad.
Dramático pensar que mientras lees esto, alguien en el mundo, más de una persona, muere de hambre y parece que el tema no es prioridad, en medio de una tercera ola, de crisis en diferentes sistemas políticos y de gobierno, unos juegos olímpicos y un proceso de vacunación lento, no hay espacio o interés real para posicionar el tema del hambre en el mundo. Que exista gente que muera porque no tiene que comer no siempre ocupa primeras planas, y en el caso de México, no ha sido lo suficientemente relevante para dedicar un par de mañaneras.
La pobreza es la principal causa de hambre alrededor del mundo. El hambre en nuestro país es un problema que está afectando a todos los segmentos de la población. La alimentación es un derecho, y mientras haya alguien que vaya a la cama sin consumir alimentos y esto no sea visto como una situación de alarma para todo gobierno y sociedad, la justicia social seguirá siendo un tema pendiente y un lugar común, lo más triste es que ante la omisión, un sinfín de personas seguirán perdiendo la vida.
Es un hecho que el confinamiento traería varias consecuencias, entre ellas, la caída de la actividad económica y un importante incremento del desempleo que afecta la capacidad de subsistencia de los hogares al conducir a mayores dificultades en el acceso a los alimentos.
Lo que está de por medio es el presente y la esperanza de que exista un futuro para cientos de familias en nuestro país. Es terrible pensar que el texto publicado quedará como una simple evidencia de que alguien nos avisó lo que estaba pasando, nos alertó sobre la situación, pero se hizo poco o no se hizo nada para atender lo que puede ser considerada la pandemia del hambre.
Lo que hoy se tiene es un Estado omiso, ausente y que está encaminando sus esfuerzos a otras tareas, y si bien es un problema global, la solución debe buscarse en lo individual y atender las particularidades de cada región. En México, es necesario coordinar esfuerzos desde las diferentes secretarías y hacer algo más que dar apoyos sociales que si bien pueden ser de ayuda, no están proponiendo una solución al problema.
Marginación, hambre, desnutrición, es una ecuación espantosa. El hambre en México tiene que ser menos. Los Gobiernos deben construir sistemas alimentarios más justos, sostenibles y fomentar programas de protección social, ya que una vez más la realidad nos dice en la cara a reserva de lo que piensa el presidente, que la pandemia no es algo que nos vino como anillo al dedo.