Cesa Olga Medina al director de Seguridad Pública de La Paz

La Paz, Méx.- Por presunta traición y deslealtad a la alcaldesa de Morena, Olga Medina Serrano, la mañana de ayer presentó su renuncia Braulio Martínez Palomares, director de Seguridad Pública municipal: en su lugar fue nombrado por segunda ocasión Carlos Alberto Charraga González, quien ocupó el mismo cargo del 18 de febrero al 18 de junio del 2020.
Extraoficialmente se dijo que la destitución de Braulio Martínez Palomares se debió a una serie de presuntas acciones desleales hacia la presidenta Olga Feliciana Medina, quien al regresar de su campaña política reunió a varios titulares de área y los despidió por “traidores”, entre ellos Braulio, a quien señaló específicamente como un hombre desleal.
Cabe recordar que Carlos Alberto Charraga González llegó en equipo con el militar retirado Juan Martínez Francisco y Abel Rodríguez Fontanell, mismos que durante los 120 días que duraron en el cargo fueron solo testigos del incremento delictivo que se vivió en esta demarcación, sin que disminuyeran el índice delictivo y de homicidios registrados durante esa etapa.
Para el oriundo de Amecameca, Braulio Martínez Palomares, su estancia de un año no fue distinta. Hoy la lista negra de muertes en La Paz se encuentra en la cifra de 145 homicidios, 33 feminicidios y seis infanticidios, sin contar delitos como el asalto a casa habitación, robo de auto, extorsión y robo en vía pública.
En pasillos de la presidencia, los trabajadores y oficinistas se preguntan cómo es que Carlos Alberto Charraga regresó al cargo, si fue destituido por presunta negligencia laboral.
Cabe señalar que en esta dependencia, Seguridad Pública, han desfilado innumerables funcionarios, entre ellos Ricardo Simón Cedillo, Horacio Ramírez Miranda, Ricardo Solano Cheu, Carlos Alberto Charraga González, David García Mondragón y Braulio Martínez Palomares, quienes han durado poco tiempo en el cargo y no han logrado frenar los altísimos niveles de violencia en el municipio, lo que ha concitado incertidumbre y zozobra entre la población, especialmente la que habita en zonas cerriles.
Empleados entrevistados en los pasillos de palacio aseguran que jamás en la historia del municipio se había registrado tanto desorden en la administración y tanta violencia impune en las calles, lo que despertó un miedo generalizado a salir a las calles.