RESURRECCIÓN.
- Francisco Javier Escamilla
- 8 abril, 2021
- Columnas
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Este último domingo que acabamos de pasar es conocido como Domingo de Resurrección y con él culmina la Semana Santa. Tres días después de que Jesús fuese crucificado, bajado de la cruz y enterrado, algunas mujeres, entre las que se encontraban María Magdalena y María, su madre, fueron a su tumba para realizar una serie de ritos funerarios, pero cuando llegaron descubrieron que el sepulcro estaba vacío. Resulta que al día siguiente Jesús empezó a aparecerse a algunos de sus discípulos para mostrarles que había resucitado. Aproximadamente 40 días después de su resurrección, Jesús subió al cielo y dejó el mundo terrenal para siempre. Esta historia está recogida en los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, en el Nuevo Testamento de la Biblia.
La resurrección de Cristo es uno de los pilares en que se basa el cristianismo para profesar la creencia de que Cristo volvió de verdad de entre los muertos. De entre la gran cantidad de interpretaciones que se han hecho de este suceso la más común es la conocida como la visión judicial. La creencia común es que Dios tenía que castigar a la humanidad por sus pecados; sin embargo, para evitar aplicar un castigo envió a su hijo, que era puro, para cargar con el peso de los pecados cometidos por aquellas personas que aceptaron sus enseñanzas. A cambio de esa devoción, Jesús tomó todos esos pecados y se los llevó consigo cuando subió a los cielos.
Es conveniente aclarar que, aunque la resurrección aparece narrada en los cuatro evangelios, como ya se mencionó, hay algunas contradicciones entre ellos. Algunos defienden que esto es una prueba de que el hecho nunca tuvo lugar; otros, por el contrario, creen que lo que demuestra es que es cierto. Después de todo, sería extraño que cuatro relatos de testigos encajaran perfectamente los unos con los otros.
Aunque lo que se mencionó en los primeros párrafos es la interpretación más extendida entre los cristianos (y otros no cristianos) hay quienes creen que la historia de la resurrección es en realidad una alegoría, señalando que aunque la resurrección aparece narrada en los cuatro Evangelios canónicos, ninguno de los discípulos afirma haberlo visto con sus propios ojos. De hecho, en ningún versículo de la Biblia aparece alguien que asegure haber sido testigo directo del acontecimiento. Para los cristianos liberales, que no creen que Jesús realmente resucitara de la muerte, la historia sigue siendo fundamental en su fe porque es un ejemplo de esperanza.
Hay quienes han explicado por qué Jesús no estaba en su tumba: algunos dicen que fue enterrado en una cueva poco profunda y los animales devoraron su cadáver; que los discípulos robaron el cuerpo; existen otros, tal vez los menos, que sostienen que en realidad Jesús no murió en la cruz, sino que se desmayó y al despertar se marchó para seguir con su existencia.
Se tiene conocimiento de algunos supuestos relatos escritos por no cristianos del acontecimiento; entre ellos se sabe de uno escrito por Flavius Josephus, historiador judío, que escribió en el año 98 d. C. que Jesús había resucitado. Sin embargo, la autenticidad de este pasaje es cuestionable ya que alguna parte del texto fue editada por cristianos.
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