La depresión masculina en Japón
- José Edgar Marín Pérez
- 18 marzo, 2021
- Columnas
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Japón es un país con fuertes raíces religiosas, valores, así como usos y costumbres que lo distinguen a nivel mundial. No deja de sorprender cómo en menos de treinta años la economía japonesa se repuso de la devastación que le dejó la Segunda Guerra Mundial. En este contexto, a mediados de los años 70’s el crecimiento económico de la nación nipona fue cada vez más evidente, en gran parte por la apuesta que hizo el gobierno del archipiélago en educación y en la industria tecnológica principalmente, situándolo al día de hoy como la sexta economía a nivel global, de acuerdo al Índice de Competitividad Económica emitido por el Foro Económico Mundial (WEF, 2019, pág. XIII).
En este orden de ideas, la competitividad social japonesa se ha incrementado también en los últimos años, bajo estándares estereotipados en la conceptualización del “éxito profesional”, sustentado a la luz de “necesidades creadas” por una sociedad posmoderna, en donde el cúmulo de satisfactores laborales y económicos, son considerados condicionantes de felicidad, o bien, de autorrealización. Pero, ¿Qué sucede cuando no se da cumplimiento a esas exigencias impuestas por la sociedad?. Pues bien, es cuando surge la depresión emocional.
Sin embargo, ¿Qué es la depresión?, “[…] las depresiones resultan de una alteración de la autoestima en el contexto de los vínculos y los logros actuales. Lo infantil es reactivado. Las depresiones ilustran la relación estrecha entre la intersubjetividad, la historia infantil, la realidad, lo corporal y los valores y, desde ya, la bioquímica” (Hornstein, 2006, pág. 25). De lo anterior, se destaca que la depresión es un padecimiento psicológico resultado de múltiples factores, los cuales afectan el libre desarrollo de las potencialidades humanas a través del predominio de sentimientos de tristeza, desesperación, melancolía, enojo o pereza; sólo por mencionar algunos.
Bajo este tenor, la depresión masculina en Japón ha sido socialmente invisibilizada, a contrario sensu de la depresión femenina, la cual ha sido aceptada tanto biológicamente (tal es el caso de la depresión postparto), como culturalmente por una suerte de machismo en la normalización de los padecimientos psicológicos femeninos. Por lo que, “[…] el varón como modelo de normalidad humana (y por tanto de salud) invisibiliza las ‘anormalidades’ y psicopatologías masculinas que quedan así innombradas e impensadas” (Bonino, 2000, pág. 42). Bajo esta óptica, para los dictados de la cultura japonesa que glorifican la gallardía, el honor, la fortaleza y la valentía, la depresión emocional es sinónimo de debilidad.
En otro orden ideas, solamente en el año 2015 se registraron en Japón un total de 5, 058,124 de caos de trastornos depresivos. Lo anterior, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2017, pág. 21), sin tener cuantificados cuántos casos corresponden exclusivamente a hombres. No obstante, esta situación es preocupante ya que precisamente la OMS estima que “las personas con depresión mayor o esquizofrenia tienen una probabilidad de muerte prematura un 40% a 60% mayor que la población general” (OMS, 2013, pág. 8). Muestra de lo anterior, es que de acuerdo al Ministerio de Trabajo, Salud y Bienestar de Japón, hasta 2016 la tasa media de personas que se suicidaban diariamente era de 58 personas, correspondiendo el 71% de ese total a población masculina.
Para explicar este fenómeno, se considera que: “El hombre habitualmente tiene el rol de proveedor de bienestar de su familia, y esto a su vez lo aleja del hogar y de quienes más quiere. La elección de una ocupación es un marcador importante de éxito en nuestra cultura occidental. Todo hombre tiene un sueño, un sentido de sí mismo en el mundo. No siempre puede hacer realidad sus sueños o lograr sus objetivos, y quizá las aspiraciones deban revisarse en otras etapas de la vida, o deba renunciar a ellas en más de una ocasión. Suelen compararse los objetivos logrados con los sueños juveniles, y a menudo el resultado es el vacío, la nostalgia o la insatisfacción en la vida, que deja al hombre con una pregunta: ¿Qué pasó?” (Franchi, 2001, pág. 140). En este sentido, la ausencia de una deconstrucción de la “normalidad” psicológica masculina en Japón, constituye un reclamo en pro de la equidad de género traducida en nuevas masculinidades.
Finalmente, se afirma que la dinámica contemporánea en la conducta de los japoneses, se encuentra sustentada en la vorágine de una sociedad donde los cánones morales e intelectuales minimizan cualquier manifestación depresiva, convirtiendo a este padecimiento en un cáncer silencioso que consume la salud mental de quien la padece.
Twitter: @EdgarMaPe