Lo anecdótico del peor momento….
- Elva María Maya Marquez
- 13 enero, 2021
- Columnas
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En el recuerdo queda aquella declaración emitida el mes de abril en la que se informaba que, de acuerdo con los especialistas en Salud, lo peor de la pandemia por COVID-19 en México, sería entre el 2 y el 8 de mayo del 2020. Ojalá que aquella proyección se hubiera cumplido, ojalá que el “pueblo bueno” hubiera hecho caso a las recomendaciones realizadas desde marzo. De ser así, no estaríamos atravesando por esta situación que nos ha rebasado.
A diez meses de la pandemia, es increíble encontrar personas que siguen sin creer en la existencia del virus, que salen a la calle sin tener una justificación real, que no lo hacen por necesidad sino por necedad, y sin tomar en cuenta las medidas necesarias para evitar el contagio.
Tal vez muchos creyeron en el comentario del Subsecretario de Salud, quien en un intento por justificar que el presidente no haga uso del cubre bocas señaló que la “fuerza moral” era suficiente para no contagiarse y contagiar a otros, o bien, creyeron que con un “caldo de pollo con cebollita y chile bien picoso”, como señaló Miguel Barbosa, gobernador de Puebla, se podía evitar el volver a enfermarse por coronavirus y por ello, ignoraron la situación.
La desinformación cobra vidas, contar con declaraciones de esta naturaleza son un acto de total irresponsabilidad. Hoy tenemos un personal médico cansado. Desde que inició la pandemia han trabajado largas jornadas de trabajo intentando salvar vidas exponiendo la suya y la de sus familias. Según un informe de Amnistía Internacional, México ocupa el primer lugar a nivel mundial en trabajadores de la salud fallecidos por COVID-19 y en gran parte, se debe al escaso equipo que se les ha otorgado para atender a los pacientes contagiados, lo que ha llevado a la gran mayoría a adquirir su propio equipo de protección.
El personal de salud y todos aquellos involucrados en el seguimiento de la pandemia que incluye desde el personal de limpieza hasta el administrativo, no tuvieron la opción de quedarse en casa, desde hace meses la gran mayoría no ha podido tomar un merecido descanso como el de López-Gatell, y más que aplausos o condecoraciones, piden que la población tome esto con la seriedad que se debió hacer desde el 28 de febrero que se dio a conocer el primer caso de coronavirus en nuestro país.
El peor momento de la pandemia se hizo eterno, primero en mayo, después en octubre al coincidir aparentemente con el periodo de influenza, y ahora en enero, producto de un rebrote y de la poca atención para evitar reuniones familiares con motivo de las fiestas decembrinas. Algunos argumentan que nos mintieron, pero pensemos si es del todo cierto o existió un autoengaño al pretender que esto acabaría al seguir realizando bodas, bautizos y todos aquellos festejos que la gente no ha estado dispuesta a suspender sin pensar en las consecuencias; la pérdida de más vidas humanas.
El presidente declaró que “lo peor ya pasó”, por lo menos en la CDMEX y en el Estado de México, pero se debería preguntar al personal médico de la primera línea sí coinciden con esta declaración, porque meses atrás se nos dijo que estábamos aplanando la curva y hasta domando la pandemia, pero, la triste realidad muestra más de 130 mil fallecidos y un sistema hospitalario colapsado.
La pandemia no se detiene y la labor de quienes están contribuyendo desde diferentes áreas tampoco lo hará. El hecho de contar con la vacuna no implica relajar las medidas, la vacunación es un proceso distinto que llevará prácticamente todo el año. Las cosas no mejorarán de seguir igual y por el bien de todos, de la educación, de una economía que ya no resiste un semáforo rojo más, y de nuestra vida social, esperemos que de manera definitiva, estemos en el último peor momento de la pandemia.
Este espacio resulta insuficiente para agradecer y nombrar a todo el personal médico profesional y comprometido que atiende casos COVID en diferentes hospitales públicos del país, pero de manera simbólica y representativa, agradezco a Oscar Vilchis, Jaime Soto, Emilio Estrada y por supuesto a ti, Jesús Ortiz.