SIN TON NI SON
- Francisco Javier Escamilla
- 17 diciembre, 2020
- Columnas
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Hoy 16 de diciembre de 2020, es justo el 250 aniversario del nacimiento de Ludwig Von Beethoven, digo hoy porque es el momento en que estoy escribiendo estas líneas. Sin embargo, esta vez voy a referirme a cuatro de los más grandes músicos que ha dado la humanidad sin el afán de describir su biografía ni mucho menos, tal vez con una o dos anécdotas, o comentar alguna de sus obras. Empezaré por recordar la Novena Sinfonía de Beethoven, que siempre que la escucho, sobre todo cuando lo hago en una sala de conciertos, me parece una obra perfecta, me sumo en una contemplación extática. Esta sinfonía consta de cuatro movimientos de los cuales el más conocido es el cuarto, donde se incluye la famosa Oda a la Alegría. Sin embargo el tercer movimiento, un adagio, es de una sensibilidad exquisita, un monumento a la tranquilidad. El primer movimiento nos muestra un resumen de toda la sinfonía de manera magistral y semioculta, de ahí mi fascinación respecto a esta obra.
Otro gran compositor Johann Sebastian Bach (1685-1750) es el compositor más importante de la época Barroca y tal vez el más prominente de todos los tiempos. Su música religiosa vocal (cantatas y corales), sus conciertos para orquesta y sus obras para órgano están llenas de melodías polifónicas y armonías sublimes, y su sensibilidad musical es en general la de un genio. Su influencia se ha dejado notar en prácticamente todos los compositores posteriores, lo que incluye a los músicos de jazz y pop del siglo XX, entre los que destaca la famosa canción de Procol Harum “Una pálida sombra”, basada en el aria para la cuerda de sol.
Mozart, tan genial que trabajaba en varias composiciones a la vez. Se sabe que trabajaba a partir de las seis de la mañana, y también por la noche, a menudo hasta la madrugada. Ideaba la música en su cabeza, y sólo después la transcribía al papel. Que alguien idee una pieza musical y luego la escriba ya es fascinante, pero Mozart tenía varias obras al mismo tiempo en la cabeza y trabajaba en ellas a la vez. Se sabe que a veces escribía los solos y las partes para la orquesta en diferentes momentos, es decir, primero el piano y después el acompañamiento de violines. En una carta escrita a su hermana Maria Anna menciona que estaba componiendo dos sinfonías y que acababa de completar un aria. Mozart escribió 626 obras, desde que tenía siete años hasta su muerte a los 35 años.
El cuarto músico al que me quiero referir, no es precisamente una persona, sino un grupo musical, que me atrevo a comparar con los tres genios que he descrito en las líneas anteriores: Los Beatles. Me siento un privilegiado de haber vivido en la época en que surgieron e hicieron su música estos cuatro genios. A diferencia de los tres anteriores ellos hicieron alrededor de 220 canciones, pero hoy día se siguen escuchando y siguen atrayendo nuevos adeptos, incluso entre las generaciones recientes. Sólo referiré una anécdota de John Lennon, sin duda el corazón y cerebro de este grupo, él dijo cuándo iba a la escuela secundaria y se sentía desadaptado entre sus compañeros de escuela: “O estoy loco, o soy un genio, pero como no estoy loco entonces soy un genio”. ¡El tiempo le dio la razón!
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