¿Es bueno o malo algún cambio en el gabinete presidencial?
- Julián Chávez Trueba
- 9 diciembre, 2020
- Columnas
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Hace algunos días me preguntaban cuál era mi pensar respecto a los numerosos cambios en el personal que conforma el gabinete, así que, como buen político contesté que dependía de las razones por las cuales se motivaran los cambios, a saber:
Primero recordemos que el personal que se encuentra incluido dentro del gabinete presidencial es digamos el Concilio del Sanedrín, los 12 apóstoles, los primeros elegidos, los ungidos por la confianza del todo poderoso presidente, misma confianza que se ganaron por sus logros y que él mismo les ha otorgado; cada uno de ellos es una persona muy valiosa para él, incluso en el ámbito personal. Ellos llevan en sus hombros el peso del propio presidente.
Ahora bien, en anteriores sexenios, en especial los que estuvieron cooptados por el PRI, un cambio de gabinete representaba siempre un nuevo camino trazado, ya sea en bien del propio equipo o en el bien de la persona saliente. Muchas veces los cambios se debían a la necesidad de separarse del cargo por incursionar en una contienda electoral, como es el caso actual de Durazo; el secretario de lo que fuera, se iba a su tierra a triunfar para lograr un espacio más para la causa del propio presidente. Cuando esto no pasaba, es decir, cuando se separaba del cargo, pero se iba a una posición más baja o incluso cuando se trataba de un traslado hacia un consulado o embajada lejana, se trataba más bien de una discusión fuerte, de una falta de capacidad, de un percance con el presidente donde la gravedad de la desavenencia era directamente proporcional a la distancia a la que fuese mandado.
Entonces, teniendo en cuenta lo anterior, un cambio de gabinete fuera de épocas electorales o fuera de circunstancias electorales es sin duda una ruptura en las relaciones presidenciales, es equiparable a una traición.
En estos dos años hemos visto el mayor número de bajas en algún gabinete presidencial, pero lo más gravoso es la circunstancia en la que cada uno se alejó de López Obrador; ya sea denunciando la necedad del presidente, la ineptitud de las decisiones o señalando corrupción, pero la constante ha sido una ruptura a nivel ideológico. Esto para nada habla bien de un gobierno.
Pero de todo esto, ¿qué es lo que en realidad está mal? Digo, que tengan pleitos conyugales a nadie le afecta más que a la pareja ¿no?, pues es muy cierto, pero digamos que tienes negocios apalabrados con algún secretario, algún convenio de colaboración o algún permiso para importar o generar empleo y resulta que te cambian ese secretario, pues por supuesto que ese negocios se viene abajo o por lo menos se tambalea; si a eso le unimos que cambian constantemente los secretarios (o a ese nivel) de diversos sectores y algunos hasta salen denunciando crímenes, entonces tu como empresario dueño de ese negocio no vuelves a tener la confianza para continuar con tu inversión.
Cada mala decisión política repercute inmediata y directamente en la esfera de la política cercana, ya sea con el grupo de decisión, el partido o el núcleo de empresarios cercanos. Pero además esas decisiones afectan indirectamente a los mercados, porque casi nunca se mandan señales positivas o, en la mayoría de los casos, las señales son adversas para la sociedad y a los mercados.
Caso concreto, cada vez que hay un cambio en los secretarios de finanzas, economía o de hacienda en los países, existe una pequeña variación en el tipo de cambio respecto al dólar, incluso en los propios EE.UU.
De todo esto podemos referirnos al caso particular del presidente López Obrador, en donde tanto cambio sin duda refleja una falta de liderazgo por parte de él, un cambio de ideales o un ajuste de acciones, así como una falta de confianza y responsabilidad de quienes salen. En pocas palabras, tanto cambio en el gabinete provoca desconfianza y hace patente las cuarteaduras que en el centro de MORENA persisten.