Libertad de expresión en México ¿utopía o realidad?
- Elva María Maya Marquez
- 4 noviembre, 2020
- Columnas
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Comunicar o callar, ser ético y profesional o “medir tus palabras”, tomar el riesgo de ser libre al expresar tus ideas o bien, ejercer una libertad que no toque los intereses de ciertos grupos o personas que, con solo una llamada, pueden silenciar una voz. En nuestro país, en este bonito México, “el derecho” a la libertad de expresión se encuentra presente en la constitución, pero no en la realidad.
El papel de los medios de comunicación, de la prensa tradicional y digital como parte de una dimensión de la libertad de expresión, se ha convertido en un tema sensible. Hablar de la muerte de comunicadores y periodistas forma parte de un hecho cotidiano que ante la impunidad se repite de manera sistemática, y lo más preocupante es, que en muchas ocasiones las agresiones y ataques vienen de aquellos que se espera sean capaces de impartir justicia, pero aquel con el que se acude, puede ser el agresor y en realidad, la experiencia muestra que no hay más justicia que la que cada uno se puede proveer.
México, ha sido señalado como uno de los países más peligrosos para el ejercicio de la libertad de expresión, esto, derivado de la falta de garantías por parte del Estado. En este contexto, “Propuesta Cívica”, organización surgida en el 2011 con la misión de contribuir a la defensa y promoción de los derechos humanos y a la libertad de expresión en nuestro país, lanzó en 2019 la Campaña #SeguimosHablando con motivo del Día internacional para poner fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas, conmemorado cada 2 de noviembre por la Organización de las Naciones Unidas. En 2020, #SeguimosHablando regresa para exigir al Presidente de la República y a Gobernantes de los estados, pongan un alto a la violencia contra la prensa, ya que las y los ciudadanos tenemos derecho a estar informados sin que esto, ponga en riesgo la integridad física de las personas que ejercen este oficio.
No obstante, tampoco se puede pasar por alto esta relación “perversa” que ha existido por parte de cierto sector de la prensa, que hoy se sabe que, por varios sexenios, estuvo para aplaudir a los gobiernos en turno más que para criticar. Aquellos que hoy hablan de una censura, en realidad se refieren a la pérdida de privilegios, de los recursos económicos que se les proveía. La libertad de expresión que argumentan se ha limitado, sigue existiendo, lo que no existe son las cantidades de dinero a las que se acostumbraron.
Caer en generalizaciones y aseverar que todos los medios, comunicadores, periodistas y columnistas son iguales, es un grave error, no todos son Nexos, de Héctor Aguilar Camín o Letras Libres y Editorial Clío, de Enrique Krauze, quienes hoy se sabe que, de 2006 a 2018, recibieron más de 400 millones de pesos de administraciones federales por concepto de publicidad y otras actividades. No se puede pensar a la prensa como algo homogéneo, como “periodistas” de la talla de Loret de Mola que se prestan a montajes televisivos.
El papel de la prensa en México tiene que ser revisado y replanteado. Necesitamos medios de comunicación libres y críticos que lo hagan desde los razonamientos y no desde el dolo o desde el dolor por lo que ya no tienen. Otro tema pendiente en este rubro, sigue siendo el de las mujeres. De acuerdo al análisis realizado el pasado mes de septiembre por parte del presidente, seguimos en una situación de total desequilibrio, ya que de los 148 artículos de opinión revisados por temáticas económico-políticas, sólo 16 fueron escritos por articulistas mujeres; lo que equivale al escaso 10.8% del total.
La libertad de expresión debe ser algo real y no una utopía. La labor informativa seria y comprometida, merece ser vista como lo que es, como una profesión y no como un deporte extremo.