La cuareterna por coronavirus
- Elva María Maya Marquez
- 28 octubre, 2020
- Columnas
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Existen fechas que no se olvidan, momentos, situaciones y periodos que nos marcan en lo individual y en lo colectivo, ahí se sitúa este 2020, un año considerado como la antesala a la próxima década, pero que jamás imaginamos que nos cambiaria la vida y la dinámica social de un momento a otro. En el caso de nuestro país, el 23 de marzo es la fecha que marca un antes y un después en la vida de la sociedad mexicana.
Siete meses han pasado después del “periodo de sana distancia” planteado a partir del 23 de marzo y hasta el 19 de abril, después al 31 de mayo y hoy, en un abrir y cerrar de ojos, estamos en la última semana del mes de octubre y la mala noticia es, que muy probablemente la pandemia de coronavirus podría extenderse en México hasta marzo o abril de 2021, debido a la temporada de influenza de acuerdo con el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell.
Según las cifras presentadas por la OMS el pasado sábado 24 de octubre, en el mundo hay más de 42,6 millones de casos confirmados de covid-19 y cerca de 1,15 millones de fallecidos. En México, hasta el reporte de este martes 27 de octubre, el registro es de 901,268 casos positivos y 89,814 muertos a causa del Covid-19. Los discursos por parte del ejecutivo, en ocasiones pueden ser considerados de mal gusto, porque el presidente es libre de construir un punto de vista, pero no puede intentar construir una realidad en la cual, con base en sus datos, “vamos bien”.
En momentos de crisis, como la actual pandemia, es donde los países deben demostrar con acciones su verdadero compromiso social al dejar de lado los temas políticos y las ganancias económicas para privilegiar el bienestar de su población y, particularmente de aquellos que antes de esta pandemia se enfrentaban a escenarios de total adversidad.
La pandemia no ha terminado, pese a que reabran algunos establecimientos no se debe olvidar que el virus permanecerá entre nosotros hasta que se cuente con una vacuna que, aunque tiene grandes avances, no tenemos una fecha de llegada a nuestro país. Los contagios seguirán, las pérdidas humanas cada día se incrementan y la consciencia y responsabilidad social es muy endeble. El cuidar de sí mismo, para cuidar al otro, no ha permeado dentro del imaginario colectivo.
Después de permanecer más de la mitad del año en confinamiento, parece que el aprendizaje es poco, partiendo del doloroso principio de la realidad, se percibe muy poca responsabilidad por parte de algunos ciudadanos al salir a la calle por gusto y no por necesidad. Uno de los costos ha impactado en los más pequeños, quienes han dejado de ir a la escuela y se han privado de una de las experiencias más gratas del ser humano, aprender del otro, de construir su conocimiento en colectivo y desarrollar otras competencias que implican la práctica de valores como el respeto y la tolerancia, pero lo más importante, están perdiendo la oportunidad de disfrutar su niñez.
Para quienes tenemos el privilegio de trabajar aun en estas circunstancias, siempre será más fácil ser optimistas y pensar que esto pasará, porque ciertamente es así, pero las consecuencias no serán igual para todos. Lo que vive México no puede considerarse un “rebrote” porque nunca se logró ni aplanar la curva y mucho menos domar la pandemia como llegó a declarar el presidente, estamos experimentando un repunte para el cual es difícil saber si estamos preparados.
El punto no es salir, sino como salir, entendible estar cansados de un acontecimiento global que cambió o anuló los planes de muchos, pero precisamente es lo que debe motivar a extremar medidas. Mientras esto no sea así y no se tomen en cuenta las recomendaciones emitidas por parte de las autoridades sanitarias, los estragos de la pandemia en lo económico, social y emocional, seguirán en aumento. Finalmente, lo que resta preguntarse de manera individual, es porqué la cuarentena, terminó convirtiéndose en una cuareterna.