Los símbolos de la 4T
- Julián Chávez Trueba
- 14 octubre, 2020
- Columnas
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Andrés Manuel López Obrador conoce perfectamente la capacidad política de la generalidad de la sociedad. Maneja formas graciosas, amenas, que generan siempre la empatía con la gente. Se presenta como pueblo, se demuestra como pueblo y casi todo lo que hace, tiene que ver con esas dos grandes ideas que reafirma y confirma con la gente.
El ser simpático y manejarse como pueblo son dos palancas que hacen mover masas. Lo han hecho así todos los líderes engendrados de la política que empuja a ir en contra de todo lo establecido. Por ello en México ha sido un derroche de popularidad convertida en poder.
Andrés habla no con enunciados sino habla con íconos y se expresa con el cuerpo. Los símbolos de poder que ha usado para la corrupción el aeropuerto, para la mafia del poder el combate al huachicol, para símbolos de lujo el avión, para su combate en contra de lo establecido el caso de Lozoya, y así no podemos seguir, sin embargo, lo que genera con esos discursos es que la opinión pública hable de lo que él quiere que se hable y no de los muertos por la mala práctica en contra del COVID, del INSABI que nunca terminó de engendrarse y ahora de los fideicomisos por extinguirse.
AMLO se sabe manejar en el caos, dando un golpe a las instituciones y dando otro a un avispero de buenas intenciones y pocas ideas contrarias. La extinción de fideicomisos hará que el gobierno federal maneje directamente más de 10 mil millones de pesos que según seguirán en manos de los que lo necesiten, lo interesante es que no ha dicho cómo se van a re organizar tales fideicomisos, por tanto, no habrá forma de reclamación.
Terminando esta idea, retoma una que le quedó en el tintero de las emociones patrias: el penacho de Moctezuma, mismo que se encuentra en Austria y que el principal por qué histórico que se ha dicho para no cambiarlo de sede es que el traslado podría resultar fatal para conservación. Por lo menos los anteriores gobiernos han mencionado más menos tal situación, pero AMLO, con lo necio (para algunos) o entrón (para otros) que es, pues quiere decir que el sugerir que venga tal obra histórica y emblemática de México, es porque ya casi tienen la ruta crítica del trayecto.
Si la pregunta es ¿qué tan bueno o malo es que un presidente exija un objeto histórico para su país? Pues la respuesta será que no, jamás será mal visto que el representante de un grupo o país exija respeto en todas sus formas, lo malo es que muchos se quedan en ese argumento. Lo malo aquí es que vuelve a ser un capricho y un distractor de lo que realmente importa: la pandemia global y nuestro crecimiento menor a l-9% del PIB. Aunado a lo anterior, si creen que esto es sólo una opinión hay un razonamiento de mayor peso: AMLO da una idea desestructurada, es decir, la idea de traer el penacho de Moctezuma no suma a la cultura mexicana, en otras palabras, una idea así debe estar incluida en un cúmulo de políticas que van a reivindicar la gloria de nuestra cultura, con obras dispersas en todo el mundo, códices y objetos, reliquias y joyas que van unidas a una idea superior, no sólo un arrebato. El capricho nunca será digno de un presidente, una política sí. Además, si esto fuera poco, va a costar una millonada traer el penacho para lo poco que se va a cobrar por visitarlo, estamos de nuevo en un punto donde la retribución, como pasó con el avión, no es lo de López Obrador.
Así que ojalá que esta idea de traer una reliquia no sea una estrella fugaz, sino una cadena de ideas claras con un objetivo más elevado que solo usar otro ícono para la distracción y el atole con el dedo.