Cada día el sol ilumina un mundo nuevo… Paolo Coelho
- Pedro Eric Fuentes López
- 21 julio, 2020
- Columnas
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Tápate…ponte el sweater…la bufanda…la chamarra…tómate la emulsión de Scott…ya le pusiste calcetose?…aunque sepa feo va pa´dentro el jarabe…no sales con el cabello (cuando tenía, jajajajaja) mojado…ya ves!!!…fregado escuincle!…pero ahorita van a ver…¿qué no entienden?…cámbiate ese uniforme…otra vez hoyos?…pues así te vas a la escuela eh…sin parches para que entiendas…apúrense a comer para que hagan la tarea…¿ya terminaron?…
¡¿Qué frases verdad?! Seguro las volviste a sentir en todo tu ser y lo mejor del caso es que ahora somos quienes las repetimos y de qué manera, pero hoy en día esta la que universalmente llevamos tatuada desde siempre y que imperiosamente tenemos obligadamente que seguir al pie de la letra: ¡LAVATE LAS MANOS! y hasta te la cambio como pregunta: ¿ya te lavaste las manos?!!! añádele el tono misericordioso (ajá) de tu jefa y dale rienda suelta a escarbar esos recuerdos de y para toda la vida. Entonces providencialmente corrías al lavabo a enjabonarlas, medio tallarlas, medio secarlas y con un goteo especial y una vez más tratando de alcanzar el secado perfecto recorrías tus ropas para que no hubiera rastro de agua. Ahhhh, pero qué tal la respuesta consabida mostrando al aire las manos añadiendo: “huélele…” uffffff
Que misterios encerraban entonces aquellos pasajes después de la escuela, los recreos y/o descansos llenos de deporte y una desfachatez entre audacia y reciedumbre con las libretas, los libros y los lápices y bolígrafos. El conjunto era tal que los “bichos” estaban a la orden del día, pero no pasaba más allá de la infección estomacal, los dolores de cabeza y muelas, y uno que otro mareo y la invasión del sueño a tope. Qué rico fue todo eso, es más, aún con ciertas dolencias y con la dosis de medicamento, esperaba con ansías la hora de seguir jugando al deporte en turno. La consecuencia era inevitable: por no respetar y cubrir las indicaciones, se alteraba el mecanismo y las defensas volvían a bajar y ¡¡zas!!! a comenzar una vez más el tratamiento y entender que todo proceso lleva su tiempo y su lógica…
Ayer…veíamos como alguien que usaba cubre bocas era sinónimo de que había ido al dentista, que estaba malón de la garganta, o que aquellos como yo mero que de pronto trataban de ocultar los horribles barros, o de plano que estaba malísimo y tenía que usarlo para no contagiar…Hoy en día es obligadamente necesario rescatar esas palabras, frases, actos y hechos, para hacer conciencia (espero) en todos, de que el valor de nuestro camino y vidas está en la higiene y en la procuración de esos factores que nos ayudarán a salir adelante. El cubre bocas nos ayuda a mantener aspiraciones de campeón, ha no propagar virus ni permitirle acceso a nuestro cuerpo.
Por eso, en el deporte y la actividad física ha sido edificado un contexto de valor mayúsculo, con moldes capaces de llegar a toda la población y con aristas de emprender mejor la movilidad deportiva y sus ejes de fortalecer mente, cuerpo y espíritu; a cada quien nos toca la responsabilidad de hacerlo bien y a tope, con certeza de que mejoraremos en todos sentidos. El deporte es salud, cultura, pasión y es un mecanismo para evitar tantas cosas, solo basta ponerlo en movimiento, ejercitar no solo nuestros músculos y huesos sino la mente, tejer un constante devenir en aras de un porvenir sensacional lleno de oportunidades a todas artistas donde la actividad deportiva y la educación sigan siendo eje central del despegue de la humanidad. Resistamos, creo firmemente que lo mejor está por llegar.
PD. Usa el cubrebocas, nada te cuesta me cae!
Pásenla bien!!!