SIN TON NI SON

En estos días que nos hemos podido relajar un poco me puse a escuchar, y a disfrutar de los Conciertos de Brandemburgo, escritos por encargo de Christian Ludwig, Marqués de Brandemburgo. Son un conjunto de obras, tal vez, más impresionantes de la época barroca, trataré de describirlas un poco.
Estos seis conciertos fueron creados en 1721 y cinco de ellos, del segundo al sexto, están conformados de tres movimientos, rápido-lento-rápido, mientras que el Concierto número uno comprende seis movimientos dentro de los que se incluyen dos danzas. Lo que hace agradable al oído estos conciertos es la ambiciosa combinación de los instrumentos solistas y su elegante contrapunto. También son célebres porque Bachelet logra una combinación prácticamente perfecta del imperioso estilo barroco con el gusto alegre de otros famosos, como Antonio Vivaldi.
El primer concierto fue escrito para un solo violín, tres oboes, cuerdas, fagot y dos trompas. Nos presenta un diálogo dinámico entre las dos trompas y generosas secciones de vientos de madera. El segundo fue compuesto para trompeta, flauta dulce, oboe, violín solista y cuerdas; en este concierto Bach hace uso de una gran cantidad de permutaciones entre solistas. Por cierto, los conciertos de Brandemburgo han sido catalogados como concertista grosso, que significa fueron concebidos para más de un solista.
El tercer concierto emplea grupos de tres violines, violas y violonchelos como solistas, acompañados por las cuerdas orquestales. Es una característica de este concierto ya que los solistas interpretan con cierta frecuencia la misma parte que la orquesta está tocando por detrás. El cuarto es, probablemente, el más popular de los seis, tal vez porque muestra lo que es la música barroca por excelencia; fue compuesta para un violín solista y dos flautas dulces solistas, cuerdas y continuo, en su movimiento rápido se aprecia de manera estricta la forma de Vivaldi conocida como ritornello, con sus tutti recurrentes y sus fuertes cadencias. El segundo movimiento es un andante de forma libre, mientras que el presto final es al estilo clásico de una fuga de Bach: temas largos que imitaba en otras partes de la misma partitura, superponiéndolos de forma sucesiva.
El quinto concierto es para violín solista, flauta, clavicordio y cuerdas; y el sexto para dos violas solistas, cuerdas orquestales bajas (es decir, sin violines) y se alternan con otras en las que suena el instrumento solista acompañado solo por el continuo.
Se dice que antes de componer estos conciertos Bach se dedicó a estudiar a Vivaldi y otros compositores italianos y realizó reducciones de sus piezas para mejorar, así, su propia obra. ESCÚCHELOS, por favor.

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