POLÍTICA AMBIENTAL

Deseo continuar en esta columna aspectos que empecé a desarrollar la semana pasada en referencia a nuestro comportamiento tanto individual como grupal o social en referencia a la contaminación de nuestro ambiente.
Para ello nuevamente agradezco y reconozco las inspiradas conversaciones terapéuticas sobre el tema y que en esta ocasión ubicaron una teoría que en parte explica la apatía, incredulidad y el incremento de la contaminación del río Lerma y el deterioro de sus lagunas. Me refiero a la “Teoría de las ventanas rotas”.
Esta teoría sostiene que mantener los entornos urbanos en buenas condiciones puede provocar una disminución del vandalismo y la reducción de las tasas de criminalidad. La teoría proviene del artículo titulado Ventanas Rotas de James Q. Wilson y George L. Kelling, que apareció en la edición de marzo de 1982 en la revista The Atlantic Monthly. Posteriormente se publicó el libro “Arreglando Ventanas Rotas”, redactado por George L. Kelling y Catherine Coles, en 1996.
La parte fundamental de la teoría se basa en los siguientes ejemplos: un edificio con una ventana rota. Si la ventana no se repara, los vándalos tratarán de romper unas cuantas más. Finalmente, quizás hasta irrumpan en el edificio; y, si está abandonado, es posible que lo ocupen ellos y que prendan fuego dentro.
Otro ejemplo común en nuestras localidades: considere un árbol que crece en una banqueta, en un momento dado, un peatón deja algo de basura aprovechando que el tronco “la oculta”, de pronto más basura se va acumulando; con el tiempo, la gente acaba dejando bolsas de basura de restaurantes de comida rápida o de sus domicilios y posteriormente, exige que las autoridades recolecten en ese lugar sus desechos de manera periódica.
Una buena estrategia para prevenir el vandalismo, dicen los autores del libro, es arreglar los problemas cuando aún son pequeños. Reparar las ventanas rotas en un período corto, digamos un día o una semana, y la tendencia es que será menos probable que los vándalos rompan más ventanas o hagan más daños. Limpia las banquetas todos los días, y la tendencia será que la basura no se acumule o que la basura acumulada sea mucho menor.
La teoría tiene muchos críticos pero fue puesta en práctica. George L. Kelling, fue contratado como consultor para el Departamento de Tránsito de la Ciudad de Nueva York en 1985, y David Gunn implementó medidas robustas para probar la teoría de las Ventanas Rotas. El grafiti fue enfocado intensamente, y el sistema del metro fue limpiado línea por línea y coche por coche de 1984 hasta 1990.
En 1990, William J. Bratton fue nombrado jefe del Departamento de Tránsito de la Ciudad de Nueva York. Bratton describió a George L. Kelling como su “mentor intelectual”, e implementó tolerancia cero a la evasión de multas, métodos de procesamiento de arrestos más sencillos e investigación de antecedentes en cualquier persona arrestada. El alcalde republicano Rudy Giuliani adoptó también esta medida, de manera más firme, en la ciudad de Nueva York, desde su elección en 1993, bajo los programas de “tolerancia cero” y “calidad de vida”. Las tasas de crímenes, menores y mayores, se redujeron significativamente, y continuaron disminuyendo durante los siguientes 10 años.
Regresemos ahora al tema ambiental. Luego de leer el libro “Tules y sirenas: el impacto ecológico y cultural de la industrialización en el Alto Lerma” de Beatriz Albores, mismo que recomendé su lectura hace tiempo en esta columna, sentí la inspiración de volver a recorrer los parajes visitados por la famosa antropóloga y tratar de entrevistar a las mismas personas. Lo de los sitios fue fácil más no los entrevistados. Solo me fue posible localizar a dos personas: una anciana en Texcalyacac y un tejedor de petates en San Mateo Atenco, los demás habían fallecido, pero aproveché la ocasión para dialogar con jóvenes de localidades ribereñas a las lagunas del Lerma.
El contraste fue notorio. Mientras los testimonios recogidos por Beatriz Albores en su tiempo y de mis dos entrevistados revelaban emoción, añoranza y esperanza de volver a ver un río Lerma limpio y sus lagunas plenas de vida, los jóvenes que nunca conocieron al río limpio, no mostraban interés alguno en su mejoría. Indicaban que no podían imaginar un río limpio, pues desde que nacieron ha estado contaminado. No tenían referencia alguna más que los relatos de algunos abuelos. Para ellos no existe interés en su limpieza, al contrario prefieren que se entube y que las lagunas se sequen y se construyan casas pues es el ejemplo con el que siempre han vivido.
El río Lerma y sus lagunas es un gran edificio con todas sus ventanas rotas. Los pocos vecinos que trataban de repararlo fueron rebasados por el incremento del vandalismo de las descargas de agua residual y el relleno de las lagunas. Ante la poca oposición ciudadana y la falta de capacidad de las autoridades, a cualquier persona se le hace fácil “romper otro vidrio” al tirar basura o descargar su drenaje al Lerma o sus afluentes. “Si ya está tan contaminado. otro poco de agua residual no agrava el problema”.
Así que hay que ir reponiendo sus ventanas poco a poco. Recuerdo cuando la hoy locutora de UniRadio, Ginarelly Valencia, me entrevistó hace años como reportera de Televisa y estaba incrédula de que hubiera una porción de la Segunda Laguna del Lerma con agua limpia en donde todavía se podían obtener peces para alimentación sin riesgo. Le ubiqué el paraje e hizo un reportaje, aun accesible en YouTube, donde se da testimonio de esta ventana inalterada. Otro caso de ventana reparada ha sido el realizado por vecinos del Barrio Guadalupe de San Mateo Atenco que han limpiado más de 20 hectáreas de la misma laguna y empiezan a dar paseos turísticos en trajineras.
Hay que empezar a reparar las ventanas rotas. De una en una. Si las vuelven a romper, repararlas nuevamente, para que esas reparaciones sirvan de inspiración a otros.
PIENSA GLOBALMENTE, ACTÚA LOCALMENTE
Este domingo 5 de julio, el Organismo Agua y Saneamiento de Toluca cumplió 40 años de haber empezado sus operaciones. Sin duda uno de los Organismos Operadores ya consolidado a nivel estatal y un referente en el sector.
Mi felicitación para todos sus integrantes y compañeros que día a día compartimos el esfuerzo por hacer llegar el agua a los domicilios de los toluqueños, pero en especial mi reconocimiento y gratitud por gozar de su amistad, al ingeniero Francisco Ávila Alvarado, fundador del Organismo, guía y compañero de trinchera a quien tengo el gusto de conocer desde 1988.
Reciban un abrazo a la distancia de su amigo, Luis Eduardo Mejía Pedrero. Comentarios al correo [email protected] Instagram @mejiapedrero Twitter @cuencalerma o por Facebook.