Breve lectura de la próxima reunión Trump – López Obrador
- José Edgar Marín Pérez
- 2 julio, 2020
- Columnas
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En política internacional los encuentros entre mandatarios tienen un papel relevante toda vez que sirven para tejer los lazos de la diplomacia entre distintos pueblos, este tipo de reuniones bilaterales o multilaterales (según sea el caso), traen consigo la mayoría de las veces la oportunidad de negociar acuerdos políticos, comerciales, migratorios, de seguridad, macroeconómicos, según sea el caso, reuniones que pueden darse bajo un clima de tersa amistad y colaboración, o bien, en la tensión ocasionada por los intereses oficiales u ocultos que existan al interior de las naciones participantes en dichas cumbres.
Bajo este tenor, la reunión que habrán de tener los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador y Donald J. Trump de Estados Unidos, respectivamente, el próximo 08 y 09 de julio de 2020, en la ciudad de Washington, cobra una gran relevancia digna de análisis.
En primer término, destaca que es la primera gira internacional que realiza el presidente López Obrador a más de año y medio de haber ocupado la titularidad del ejecutivo federal; tiempo en el que el canciller mexicano Marcelo Ebrard Casaubón ha dirigido la política internacional de la actual administración, área que ya era conocida por él al haber sido colaborador en la Secretaría de Relaciones Exteriores del fallecido Manuel Camacho Solís, quien también fuera canciller durante el gobierno del expresidente Carlos Salinas de Gortari.
En un segundo plano y no menos importante, ésta reunión tiende a apuntalar la entrada en vigor del nuevo acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que sustituye el Tratado de Libre Comercio de América del Norte de 1994 (NAFTA o TLC), siendo ésta una de las propuestas de campaña durante 2016 del entonces candidato Donald Trump y durante los primeros meses de su mandato.
No obstante, en el plano informal existen otros temas que también han generado interés y por ende suspicacias de las más diversas índoles, el primero es cuál va a ser la respuesta del gobierno de México sobre la “continuación” en la construcción del muro fronterizo entre ambas naciones, acción gubernamental que también fue una de las propuestas de Trump durante su campaña, misma que se ha visto empantanada por la falta de recursos económicos que no han querido ministrarle la mayoría demócrata al interior de la Cámara de Representantes, motivo por el cual de forma amenazante ha referido que quien habrá de pagar por la construcción de ese muro será el gobierno mexicano.
Otro factor que sin duda estará sobre la mesa, será buscar “alinear” al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en temas como la cada vez más creciente relación comercial y humanitaria de México con China, situación que se ha puesto de manifiesto durante la pandemia del COVID-19, siendo prioritario para Trump cerrarle el paso a ese acercamiento muy cerca de su territorio, no sólo por los motivos antes mencionados, sino también por seguridad nacional y seguridad sanitaria que pudiera ser perjudiciales para el país más afectado globalmente por la pandemia, así como en temas regionales importantes para los intereses de Estados Unidos como la relación México – Cuba y México – Venezuela, al tiempo en que han sido cerradas distintas cadenas hoteleras norteamericanas como Marriot en la isla caribeña y la creciente tensión en el país bolivariano desde que el pasado mes de marzo el Fiscal General de los Estados Unidos, William Barr, formalmente incluyó a Nicolás Maduro en la lista de los más buscados y puso precio a su cabeza en $15 millones de dólares.
Sin embargo, hay una inquietud preexistente en las mentes de ambos gobernantes, la cercanía de las elecciones en ambos países, en el caso norteamericano durante el próximo mes de noviembre Trump se juega su reelección contra el candidato demócrata Joe Biden, mientras que para el caso mexicano, el próximo año en 2021 habrán de renovarse quince gubernaturas, alcaldías, legislaturas locales y la diputación federal, siendo éstas dos últimas sumamente importantes para el gobierno de López Obrador, con el fin de consolidar sus políticas públicas, iniciativas de ley y/o reformas constitucionales, por lo que en el ambiente político preelectoral hay un as bajo la manga que pudiera beneficiar a ambos mandatarios de cara a los próximos comicios, la fracasada operación Rápido y Furioso que incluye a los mandatos de Barack Obama y Felipe Calderón Hinojosa, respectivamente, que pudiera servir de arma política, tomando en consideración que el Vicepresidente de la Unión Americana durante su ejecución era precisamente Biden, mientras que para nadie es desconocida la pugna política entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador, al tiempo en que el exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, se encuentra en espera de ser enjuiciado por la Segunda Sala de la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York, por lo que en caso de concretarse acción penal en contra del expresidente mexicano por el operativo Rápido y Furioso, sería un hito en la historia de ambas naciones, que pudiera subir las preferencias electorales de Trump y del partido político Morena de cara a sus próximos compromisos en las urnas.
Twitter: @EdgarMaPe