Diez años de la crisis financiera griega, debacle y recomposición de una economía.
- José Edgar Marín Pérez
- 28 mayo, 2020
- Columnas
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Parte II
Precisamente Syriza partido político de ultra izquierda, se convirtió en la voz más crítica frente al caos financiero que surgió con el ex Primer Ministro, Yorgos Papandréu, quien por la pérdida importante de activos financieros tuvo que enfrentar un default, que no es otra cosa que la crisis financiera por impago de deudas contraídas con sus acreedores europeos, motivo por el cual en el año 2010 solicitó un rescate financiero a la Comisión Europea, al Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, por un total de 110,000 millones de euros. Sin embargo, el pago de programas sociales devastó rápidamente las finanzas griegas, propiciando consigo el inicio de una ola de despidos nunca antes vista en el país helénico.
Esta situación desencadenó una hecatombe financiera que rápidamente alcanzó a socios comerciales griegos como Italia, España y Portugal, con los cuales el comercio recíproco cayó a niveles paupérrimos por la pérdida de respaldo económico de instituciones bancarias de tipo comercial pero sobre todo de desarrollo, que de pronto se vieron incapacitadas para respaldar a sectores productivos como la industria de la construcción, la industria agrícola, turística y de infraestructura tecnológica, en una Europa cada vez más demandante.
Precisamente, ese default dio origen a un segundo rescate financiero por parte del Unión Económica y Monetaria Europea, por un total de 130,000 millones de euros, además de un préstamo adicional por parte del Fondo Monetario Internacional por un total de 8,200 millones de euros. Este rescate fue consumido rápidamente por los sectores productivos griegos en un afán de mantener a flote la asistencia económica al sistema de salud y de educación pública, además de las fuertes deudas contraídas con empresas francesas y alemanas en materia de tecnologías de información y comunicación, así como de infraestructura en movilidad urbana. Este escenario generó el levantamiento de sindicatos y paro de universidades, en demanda de medicamentos, tratamientos clínicos y el pago de becas para estudiar en países extranjeros de la eurozona.
Bajo este contexto, paulatinamente creció la deuda externa griega, el pago de burocracia se convirtió en una demanda inaplazable, motivo por el cual no tardó en llegar un tercer rescate financiero de 86,000 millones de euros. Sin embargo, este último trajo aparejado el cierre de múltiples empresas transnacionales que comenzaron a retirarse de Grecia para trasladar sus inversiones a países del sudeste asiático en donde la mano de obra es más barata.
Este hecho terminó colapsando a Grecia que comenzó a ser amenazada por sus acreedores financieros alemanes y franceses que demandaron el pago de las deudas contraídas, hecho que llevó prácticamente al colapso de la participación helénica dentro del bloque del euro, llegando al borde de amagar con salirse y regresar al dracma griego (moneda vigente en Grecia hasta antes de su ingreso al bloque del Euro). Situación que propició la preocupación de la canciller alemana Angela Merkel, que presionada por las empresas de su país, fijó una postura inflexible junto con su par galo Françoise Hollande para evitar a toda costa la salida de Grecia de la Unión Económica y Monetaria Europea.
Paradójicamente y por si no fuera demasiado, de pronto Grecia tuvo que enfrentar otro problema, el surgimiento del Estado Islámico en la cercana Siria, gestando flujos migratorios masivos de refugiados que cruzando Turquía, ingresaban al país para trabajar en la industria turística de sus islas mediterráneas, así como en la industria maquiladora principalmente de empresas de moda italianas. Flujos migratorios que detonaron la exigencia de la comunidad internacional de que el gobierno griego debía auxiliar a los migrantes y no sólo mantenerlos en campos de refugiados. Sin embargo, estas presiones políticas solamente buscaban contener el arribo de los sirios a territorio británico, francés, de los países bajos o de la Escandinavia. Sin embargo, la ayuda que recibieron estos refugiados puso rápidamente en jaque a la hacienda pública griega.
Estas circunstancias dieron paso a una lucha encarnizada entre izquierda y derecha, la cual habrá de ser analizada la semana que viene.
To be continued…
Twitter: @EdgarMaPe