TODAS LAS MUJERES DEL MUNDO
Soy Daniel Valdez García, quiero dirigirme a todos sin títulos ni credenciales, soy mexicano, amigo y hermano sin exclusividad ni exclusión de nadie. Para lo cual publico este mensaje en cuatro idiomas: español, inglés, italiano y francés.
En lo que conozco de este maravilloso mundo he oído, visto y leído en muchos países acerca del gravísimo problema que viven ustedes las mujeres de todas las edades, sobre la violencia, violación, sometimiento, usos y abusos, que nos consterna e indigna; pero también soy testigo de la gran lucha por revalorarlas en su dignidad, esencia y equidad como humanidad, hablar pues de dignidad implica el cuidado y tutela de la integridad de la persona.
Vale la pena tener en cuenta que ante la coyuntura del Día Internacional de la Mujer todos hemos de favorecer la reflexión y la acción que desencadene PROCESOS para sensibilizar, concientizar, comprometer y transformar a la sociedad en sus estructuras e instituciones con urgentes programas educativos, testimoniar los valores en el seno familiar, implementar políticas públicas de seguridad y bienestar, establecer leyes equitativas y justas, así como reinventarnos como sociedad superando los paradigmas de erotismo y difusión indiscriminada de pornografía. Lo que hoy en día viven ustedes las mujeres no tardaremos los varones en vivirlo porque se destruye la parte frontal neural del ser humano, desarrollando tendencias delincuenciales tendiendo a cosificar a la persona, están entre muchas causas el que no tiene límites la comercialización, ni ética los medios de comunicación ni las redes sociales, lo cual se agrava con las diversas adicciones. Es clara la “ley de causa y efecto”. Todo tiene un origen y una raíz, todo acarrea consecuencias; sino no nos gusta lo que estamos cosechando, veamos qué estamos sembrando? Urge gobernanza y ser socialmente responsables.
La mujer por el simple hecho de ser parte de la humanidad tiene los mismos derechos humanos e inalienables que cualquier otro congénere suyo. Todas las religiones del mundo coinciden en el respeto que merece toda mujer, sin embargo los usos y costumbres han dado poder y privilegios a los hombres. A veces son las propias madres que a todo dicen: “si hijito” empoderando erróneamente al hombre por el simple hecho de serlo. Muchas mujeres han levantado la voz y se han organizado para poner un alto a esta violencia que nos ha llevado a la masacre de mujeres que ya no están, ni hablan, ni tienen opción de decidir. No es solo un problema nacional, esto ya es global! Nos toca a todos ser protagonistas de un cambio álgido de acuerdo a nuestros valores y convicciones, esto no es de extremas derechas o izquierdas, no es de pañoletas o de colores, esto es cuestión de congruencia, de lógica, de sentido común, de razón al menos a la sola luz de la recta razón humana con la verdad en todas sus dimensiones: ontológica, lógica, moral, psicológica y jurídica. De otro modo los mensajes y acciones se minimizan; cada grupo y cada colectivo tiene la tentación de jalar agua para su molino, y por eso los miedos de quienes se quedan indiferentes o simplemente confundidas sin actuar de manera empática y solidaria con ustedes mismas.
No hay nada más valioso que la vida, sin la vida nada nos queda. Así, de nada servirían llegar a la verdad y a la libertad. Por eso hablar de dignidad es hablar de la persona, y en este caso concreto de la dignidad de todas las mujeres del mundo. Nadie se canse de seguir haciendo llamados claros y directos, como el Papa Francisco que ha dicho tantas veces que las mujeres aún no ocupan en la Iglesia y el mundo el lugar que les corresponde, y que las religiosas no son sirvientas de obispos ni de sacerdotes.
También hay voces concretas y ecuánimes, como las de Madre Teresa de Calcuta, Indira Gandhi, Jacqueline Kennedy Onassis, Malala Yousafzai, la reina Rania de Jordania, y seguramente alguien les señalará defectos a las siguientes mujeres: la princesa lady Diana, Corazón Aquino expresidenta de Filipinas, Rigoberta Menchú, pues ellas y muchas otras son mujeres que no son perfectas, y nadie somos perfectos, tuvieron el valor de cambiar su propia historia y las de muchas otras personas, entre ellas mujeres que aprendieron a reinventarse, a tener una vida diferente y sin las ataduras de las cortes, de los protocolos y paradigmas de las ideologías predominantes.
María la jovencita de Nazaret cambió la historia de la humanidad, dijo: “Hágase” aceptando ser la madre de Jesús, y se convirtió en la mujer solidaria y empática que se “levantó presurosa”, cruzó las montañas de Judea y llevó la alegría a su coetánea, mujer, madre y anciana, a su parienta Isabel que ya estaba en el sexto mes de embarazo. Todas las mujeres del mundo son un regalo para la humanidad y para cada familia. Regalo que hay que merecer, cuidar y proteger, pues de ustedes las mujeres tenemos mucho que aprender. Levántense mujeres, sean testimonio de vida, de unidad y de alegría superando el arquetípico modelo de que vinieron para servir. Las queremos ver sonreír y vivir, porque para servir juntos lo haremos mejor.
Gracias benditas y maravillosas mujeres de todo el mundo, para ustedes mi respeto y admiración. Cuenten conmigo, ya hace tiempo que me sumé a su legítima lucha.