#Todos los días con nosotras
Decir que no existen palabras para expresar el profundo dolor y consternación que hoy siento ante el evidente y cada vez más exacerbado malestar social que se percibe en el país no solo en las últimas semanas, sino en los últimos meses y años, sería una gran mentira, ya que el lenguaje es tan vasto que se convierte en un vehículo de expresión, de belleza y de representaciones que nos construye y deconstruye pero hoy, me resulta particularmente difícil hacer llegar un mensaje donde se dimensione lo preocupante de la situación.
La violencia en sus diferentes manifestaciones en contra cualquier ser humano es reprobable, no es cuestión de sexo o de género y entiendo que esta, se ha presentado en los últimos días de forma más brutal en contra de las mujeres pero, no caigamos en una polarización y entendamos que violencia es violencia y pensar que los homicidios de hombres es algo normal o natural por ser hombres, es irresponsable. De acuerdo con el INEGI, de los más de 36 mil homicidios cometidos en 2018, alrededor de 32 mil fueron a hombres, lo cual también es preocupante y también debemos lamentar.
El asesinato de mujeres en México se volvió un fenómeno internacional a inicios de 1990 con las muertas de Ciudad Juárez, al día de hoy, las cifras siguen siendo alarmantes, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y octubre de 2019, se registraron en México 833 presuntas víctimas de feminicidio, 11% más que en el mismo periodo de 2018 es decir, cada día mueren 10 mujeres víctimas de feminicidio según cifras del INEGI y ONU Mujeres.
No se trata de competir en victimizaciones o de comprobar quien sufre más, el enfoque debe centrarse en reconocer las desigualdades de ellas y ellos, ya que ambos viven complicaciones que aunque no son iguales, se viven. La apuesta por la igualdad de género debe ser nuestro estandarte en esta batalla que como sociedad tenemos, un primer paso es identificar discriminaciones, nombrarlas, visibilizarlas, tratar de contrarrestarlas y de manera utópica, tratar de eliminarlas por lo cual, es importante matizar y comprender que hablar de desigualdad de género, no solo incluye a las mujeres.
Los mexicanos tenemos una medalla bien ganada a la insensibilidad e indiferencia, nos estamos matando por no saber respetarnos, por no saber escuchar, dialogar y llegar a acuerdos. La desesperación por querer que las cosas cambien, por momentos nos lleva a perder el foco de atención en una cuestión como el desdoblamiento infinito del lenguaje en aras de ser incluyentes y no es que no sea importante, pero ante un escenario como al que hoy nos enfrentamos, se deben establecer prioridades antes de entrar en un desgaste al hablar y al escribir para saber si nos referimos al personaje y personaja, a los colimenses y colimensas o los colimeños, a todas, todos o todes ya que esto, tiene que ver más con la manera en que evoluciono la lengua y hasta con una economía de lenguaje.
Es indispensable dejar de vernos de manera fragmentada, de derecha o de izquierda, chairos o fifis, feministas o ambientalistas, somos parte de un todo y de una misma sociedad que pide a gritos una revolución de ideas y de conciencias que permita cuestionar una cultura en la cual, aunque cueste reconocerlo, todos somos machistas, hasta las mujeres, pero en una sociedad machista, todos salimos perdiendo, hasta los hombres.
El lunes, 9 de marzo, será un día sin nosotras, no saldremos a realizar nuestras actividades cotidianas como una medida extrema que busca llamar a la reflexión para tratar de comprender en qué momento nos perdimos, porqué el hogar de las mujeres se volvió el lugar más inseguro, porqué quién dice querernos nos está matando. Cualquier persona tiene derecho a una vida libre de violencia, una mejor sociedad se construye, seamos autocríticos pero no solo un día, todos y todas tenemos algo que hacer, el mañana comienza hoy.