POLÍTICA AMBIENTAL

Dentro de poco terminará la temporada invernal en el hemisferio norte y el verano en el sur. Precisamente en esta última región es donde se ubica la Antártida, ese único territorio compartido para todas las naciones y en el que se llevan a cabo numerosas investigaciones.
Con una temperatura media de -57° centígrados en el centro de su territorio, la Antártida presentaba oscilaciones térmicas desde -89° hasta -12.3° centígrados, pero esto ha empezado a cambiar sobre todo en las costas donde, por la influencia del mar, la temperatura media es diez grados más alta.
Así, paulatinamente, la temperatura máxima se ha ido incrementando llegando el siglo pasado a los 10°C. Para sorpresa de muchos, pero no para quienes dan seguimiento al calentamiento global, el record de 17.5°C fue de marzo de 2015, mantenido durante casi una década, fue superado el 6 de febrero de 2020 con 18.3°C pero nuevamente se vio superado por los 20.2°C registrados el 9 de febrero de este año.
Según registros de la Organización Meteorológica Mundial, la última década fue la más calurosa de todos los tiempos y concluyó con el año 2019 registrado como el segundo más caluroso, después de 2016. Los años 2020 comienzan con la misma tendencia, con los meses de enero y febrero más calurosos jamás registrados, según los servicios meteorológicos europeos y estadounidenses.
Dos nuevos estudios vuelven a alertar sobre los peligros de una desestabilización del casquete glaciar de la Antártida, mientras que, según los expertos climáticos de la ONU, el nivel del mar ya aumentó 15 cm en el siglo XX.
Se vislumbra que para mediados de 2050 más de 1,000 millones de personas vivirán en zonas costeras especialmente vulnerables a inundaciones o a fenómenos meteorológicos extremos y que, se verán agravados por el aumento del nivel del mar y el cambio climático. El derretimiento en la Antártida podría provocar un aumento global del nivel del mar de hasta 58 centímetros para finales de siglo si el ritmo global de las emisiones de gases de efecto invernadero se mantiene sin cambios.
Recordemos que México tiene diez mil kilómetros de costas y que gracias al turismo de playa se tienen importantes ingresos en infraestructura, el incremento del nivel del mar será una tragedia para nuestro país.
PIENSA GLOBALMENTE, ACTÚA LOCALMENTE
Reitero mi opinión vertida en una colaboración anterior, la presente administración federal no muestra que los programas de manejo y preservación del ambiente sean su prioridad. La política de la sustitución energética se detuvo apostando por incrementar la extracción y uso de combustibles fósiles, mientras que las entidades federativas se atienen a los magros presupuestos descentralizados para fondear sus actividades ambientales, a pesar de los datos alarmantes sobre la medición de temperaturas en la Antártida.
No queda más que fundar la esperanza en una ciudadanía responsable y respetuosa del ambiente, consciente de la consecuencia de sus acciones y que proponga una nueva “revolución verde” en pro de nuestro planeta.
Reciban un abrazo de su amigo, Luis Eduardo Mejía Pedrero. Comentarios al correo [email protected] Instagram @mejiapedrero Twitter @cuencalerma o por Facebook.