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Por: Rocío Hernández Rogel
Recientemente he tenido experiencias poco agradables en el día a día con relación a los automovilistas puntualmente, no sé si porque vivan una vida muy estresante o de plano sea tanta falta de educación. Tristemente reafirmo lo que desde hace ya muchos años forma parte de una de mis filosofías de vida: “el dinero o el status, no es sinónimo de educación”, hay gente que tiene mucho dinero, pero con sus actitudes o falta de actitudes, pero sobre todo, yo diría, de valores, deja mucho que desear, porque según ellos traen unos “carrazos”, ya saben, de esas marcas carísimas y que tienen motores que los hacen sonar a kilómetros, pero que olvidaron unas buenas clases de manejo y de educación.
Estos días he visto a esas personas pasar las franjas peatonales, pasándose los altos, estacionarse mal, mentar la madre, aventarte el carro, en fin todas esas malas maneras de conducir que me hacen pensar que creen que por traer esos automóviles se sienten con “poder”, no sé cuál, ni cómo, pero creo que me entiendes, porque después los graban en las redes sociales y tienen la “papa en la boca”, o sea ese tono “fresa” y sus palabras de “no sabes con quién te estás metiendo” como si te quisieran intimidar o asustar, cuando solamente estás viviendo como se tiene que vivir, con responsabilidad y límites.
Esas personas que todo el tiempo quieren tener la razón y que cuando no se las das porque simple y sencillamente no se puede, porque no la tienen, ya que los hechos hablan más y hay leyes y reglamentos que se deben cumplir, se enfurecen y comienzan con un mecanismo de defensa hasta discriminatorio y grosero hacia las autoridades (llámese policía de tránsito, policía, juez, maestro, entrenador, gerentes, entre otros) u otro ciudadano.
Situaciones en donde su hiperdiscusión: ese exceso de discusión de detalles introspectivos y se quiere tener toda la razón, inhibiendo el sentido común, volviendo todo un caos.
Y entonces a todo esto, me pongo a pensar que esas personas normalmente son padres y madres de familia y que de vez en cuando o sino es que diario, están con sus hijos e hijas en el auto y después nos preguntamos por qué hay infantes y jóvenes con actitudes así de deplorables y mal educadas, que se sienten los “reyes del mundo” y que en la vida no hay reglas y se les tiene que obedecer porque son hijos de… o tienen el auto “tal” o van en la escuela “tal”, situaciones que los exponen para volver a dicho comentario que la educación y los valores no se pueden comprar, esos se inculcan y son vivenciales, son de ejemplo, por supuesto que aprenderán ese tipo de acciones altaneras y prepotentes si el modelo lo tienen en casa.
Si bien estoy haciendo hincapié en las personas de status alto por las experiencias que he tenido últimamente, no quiere decir que no suceda en otros estratos de la sociedad, pero es más sorprendente en ese sector porque se “supone” que se tiene a un acceso mucho mejor educativamente hablando, porque se pueden comprar un auto último modelo y porque los valores ahí son “sagrados y privilegiados” y es vergonzoso encontrarlos con esas actitudes ¿no crees?
Así que es importante que nos permitamos trabajar sobre ello, hacer un examen de conciencia y entender que, para vivir en una sociedad más respetuosa, tenemos que empezar por lo propio, que por más enojados que estemos o por más dinero que tengamos, los valores no son negociables, eso nos ayudaría a tener un mundo menos violento.
Aquí te dejo una pregunta para la semana ¿cuánto pierdes por querer tener la razón cuando no la tienes? y no olvides de escucharme en el podcast Haz Que Suceda por Spotify y YouTube, espacio donde siempre hay algo para compartir, aprender y desaprender juntas y juntos.
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