
A mitad de la semana
- Julián Chávez Trueba
- 20 mayo, 2025
- Columnas
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Por: Julián Chávez Trueba
¿Justicia con democracia?
En estos días he escuchado a algunas candidatas que han osado hacer esta declaración “aquellos que digan que elegir a los jueces es incorrecto, están quitándole a la justicia su carácter democrático”, lo cual implica un sofisma, puesto que tiene algo de cierto, pero cubre con un error que me parece que de manera dolosa se omite, y a continuación se indica el porqué.
La justicia tiene como característica en el “deber ser”, su impartición de manera democrática, esto es que todos deben tener la misma facilidad en el acceso a la justicia, entendiendo esta democracia que a todos por igual se les debe impartir de manera pronta, legal y expedita, esto con la finalidad de que todos tengamos la oportunidad de dirimir nuestros conflictos de manera equitativa, sin mayores o menores prerrogativas, que sea igual para iguales y desigual para desiguales.
Es decir que de la justicia debe ser democrática porque es de todos y para todos.
Ahora bien, el realizar comicios para elegir a nuestros jueces y magistrados no dota de democracia a la justicia, sino que la dota de política, puesto que los jueces estarían ahora ligados a quienes votaron y apoyaron en su sufragio, poniendo en entredicho cada una de sus decisiones, ponderando a sus votantes y no a la justicia.
La justicia en este sentido no debe dotarse de democracia porque ambos principios a pesar de ser constitucionales y republicanos, tienen ideas que son contrarias. Por una parte la democracia tiene en su base el concepto de representación popular, esto es que puestos como el máximo mandatario del ejecutivo y los representantes en el congreso, resultan ser electos en la inteligencia de que cada uno de ellos lleve nuestro deseo de lo que queremos en nuestra comunidad; por su parte la justicia tiene como fundamento la equidad y la legalidad, tal cual lo decía el expresidente Benito Juárez, al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie, porque nos guste o no, la Ley vigente es un acuerdo entre todos los representantes, esto es que todos convenimos en estar de acuerdo en su aplicación, por ende, su aplicación no puede atender miramientos o prebendas, porque la Ley es dura pero es la Ley, y lo que se establece como generalidad y universalidad debe ser acatado y no negociado, aún por encima de los intereses de un grupo o de un pueblo; que para tal caso, el propio pueblo puede modificarla para mejorarla en tanto se apruebe un nuevo consenso.
En este sentido la justicia debe tener equidad y la democracia representación, pero los jueces no son representantes de quien haya votado por ellos, de la misma manera en que los congresistas no tienen como función el impartir justicia.
Así que no debemos marearnos con alegatos que son alevosos y mañosos, pues sin duda todos queremos una democracia justa y una justicia democrática, pero la elección de jueces y magistrados no es ni lo uno, ni lo otro.