
EL VALLE DEPORTIVO
- Pedro Eric Fuentes López
- 12 mayo, 2025
- Columnas
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Pedro Eric Fuentes López
La envidia es el deporte de los acomplejados. Felipe Rodríguez.
Desde que tengo uso de razón, ha existido la admiración y la envidia. De este último tema se ha hablado de todo y por todo, incluso en las ciencias aplicadas existe un apartado específico donde señala que no existe envidia buena, es decir, únicamente prevalece la fascinación hasta que se rompe por lo más delgado y se traslada como por arte de magia en una flagrante e iracunda envidia que genera pensamientos, acciones y emociones incontrolables que hacen de todo, menos bien. Es más, todos en el mundo admiramos a quienes suben al podio para recibir una medalla -mencionado el mundo deportivo en sus diversas expresiones- pero la mayoría sólo piensa en el triunfo que supone ganar una competencia. Pero pocos, muy pocos saben del trabajo intenso, años de disciplina, de renuncia, de retos, de sacrificios, derrotas y hasta lesiones, inclusive, asumo que algunos estudiosos del tema tengan el contexto y lo puedan y sepan trasladar, pero no, no todo mundo está en la posición de aceptar, reconocer y validar que alcanzar una medalla en una justa deportiva, es porque hay 2 puntos principales que se transforman en todo un reto: confianza y renuncia, luego la preparación permanente y el deseo de triunfar para alcanzar esa meta. Y es así como aquellos, tú y quizás hasta yo, debemos comenzar a reconocer que para que el triunfo llegue y se sitúe en nuestro ser, primero, antes que nada, absolutamente nada, primero debemos vencer los límites que nos imponemos ya sea por una educación restrictiva, un entorno familiar conflictivo, unas amistades peligrosas, un entorno social corruptivo, etc., así como un deficiente acercamiento al deporte con malos instructores y desde luego el desinterés, desdén, comparaciones absurdas y arbitrarias, que rebota y recala en la falta de apoyo institucional, léase autoridades de pantalón largo en sus tres sectores.
Pero todo ello tiene un trasfondo, porque detrás de la historia de un triunfador en el ámbito deportivo -o de cualquiera otro- también sobreviene la envidia, la gente que cree que los triunfos se dan gratuitamente, sin esfuerzo y comienzan con desacreditar, minimizar y vociferar como si fueran los dueños de la verdad absoluta y la única verdadera. Mala gente, porque según el diccionario de la Lengua Española, la envidia significa “un sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee”. De igual manera, la IA enlista: “La envidia en el deporte puede manifestarse de varias formas, desde la admiración hasta la hostilidad, y puede tener un impacto negativo en el rendimiento y la ética deportiva”. O sea, desde mi Valle, puedo argumentar que quienes carecen de habilidades físicas, deportivas, sociales, amistosas, y todas las que me quieran decir, tienden a desarrollar ese sentimiento de envidia por quienes sí han triunfado… en el deporte y en la vida misma.
Total que, a lo largo del camino he sido testigo fehaciente de hechos inusitados con personas y personajes que han caído en tales condiciones. Unos han pasado al lado de la historia del olvido y otras, como piedritas en el zapato, que lo único que les queda es desarrollar más y mejores habilidades y destrezas, pero con una conducción hacia la meta por el camino correcto, no por el golpeo bajo, vil, cruel, sañoso y de mala leche. Así como la envidia en el deporte puede tener un relevante impacto significativo en el rendimiento, la ética y las relaciones interpersonales, también es importante fomentar, promover, crear y consolidar la admiración y el respeto por los demás, pero sobre todas las cosas y puntos, trabajar en la humildad para superar los sentimientos de envidia… Así que en lugar de desear lo que otros alcanzaron, conquistaron o triunfaron con anterioridad -insisto, en todos los sectores y/o niveles- tenemos, necesaria y obligadamente que crear y consolidar nuestra propia realidad, con base en los parámetros de uno mismo, sin necesidad de la calumnia, agresión, ni ningún tipo de violencia alguna. Es más, nada se logra ni se consigue sin la educación, sin la práctica constante, sin la disciplina. No hay triunfo gratuito!!!
Pásenla bien!!!