
III VIERNES DE PASCUA ALTA TEOLOGIA DISCURSO DEL PAN DE VIDA Sacerdote Daniel Valdez García
- Daniel Valdez García
- 9 mayo, 2025
- Columnas
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Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús,
Desde el viernes pasado, hemos comenzado la lectura del capítulo 6 del Evangelio según San Juan. Este autor es un teólogo excepcional, describiendo la fe y la experiencia espiritual de forma vívida. Su frase “lo que hemos visto y oído y palpado” destaca que la verdad en Cristo se vive y se experimenta, no se limita solo a la comprensión teórica (1, 13). Ningún otro teólogo habla con tal autoridad.
Los invito a leer todo el capítulo 6, que trata sobre la señal de la multiplicación de los panes y el discurso del “Pan de Vida”. Estos detalles son cruciales, ya que hay importantes diferencias con los relatos en los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). En el Evangelio de Juan, la clave es creer en Jesús, quien revela su identidad divina.
Nos enfocamos hoy en la expresión griega Ego eimi (Είμαι εγώ), “Yo Soy”, que revela cómo Jesús se percibe a sí mismo: “Yo soy el pan de vida”. Tras la multiplicación de cinco panes y dos peces para alimentar a cinco mil hombres, Jesús desaparece para evitar que el pueblo lo proclame rey. La multitud lo busca y lo encuentra al otro lado del lago. Aquí comienza su largo discurso, donde explica el significado del “signo del pan” y la necesidad de buscar otro tipo de pan.
Cuando la multitud le pregunta por el pan, responde: “¡Yo soy el pan de vida!”. Los primeros padres de la Iglesia afirmaban que hay dos maneras de recibir este pan del cielo: la Eucaristía y la Escritura. Orígenes y San Ambrosio destacaron la importancia de la Palabra de Dios, mientras que San Cirilo de Alejandría subrayó la Eucaristía. Hoy hablamos de la mesa de la Palabra y la Eucaristía como complementarias. Desde los tiempos de San Justino Mártir, la Misa incluía dos momentos: la liturgia de la Palabra, con lecturas extraídas del Antiguo Testamento y de las “memorias de los Apóstoles”, y la liturgia eucarística con consagración y comunión.
El pan de vida nos llega a través de la Palabra de Dios, especialmente en las palabras de Jesús en el Evangelio, pues “no solo de pan vive el hombre”. Desde San Justino Mártir, la Misa ha incluido la liturgia de la Palabra, con lecturas del Antiguo Testamento y de las “memorias de los Apóstoles”, y la liturgia eucarística con consagración y comunión.
Jesús es el pan de vida eterna no solo por lo que da, sino, sobre todo, por lo que es. La Palabra y el Sacramento son los medios; vivir en él es el fin: “Como el Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre, así el que me come vivirá por mí” (Jn 6,57). Todo el discurso de Jesús busca aclarar qué tipo de vida da: vida del Espíritu, vida eterna. Sin embargo, dejaré mi reflexión aquí. Con respecto al Evangelio, siempre debemos apropiarnos y luego imitar. Hasta ahora hemos acogido el pan de vida a través de la fe y de la comunión.
Desde el primer día de mi consagración sacerdotal me he preguntado, Jesús celebró una sola misa en su vida, ¿Qué hemos hecho de la Eucaristía?, por ahora me quedo con la expresión de Madre Teresa de Calcuta: “Sacerdote de Dios celebra la misa como la primera, como la única o la última de tu vida”.
La Eucaristía es esencial para el Cuerpo Místico de Cristo, que no puede existir sin el Cuerpo Eucarístico de Cristo.
Gracias, Jesús Eucaristía, por el pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía de cada día. Como decía la iglesia primitiva: “Sin la Eucaristía no podemos vivir” (Mártir Emérito).