Cuestionamientos a la democracia mexicana

Por: Jesús Humberto López Aguilar

La historia nos ha dicho que, si de formas de gobierno se trata, la democracia ha servido de mejor manera a los intereses y necesidades del pueblo. Hace algunas semanas, tuvimos una muestra de que los ciudadanos de un país tan importante como México, están dispuestos a defender eso que hasta hace no mucho no tenían, la posibilidad de elegir libremente a sus gobernantes. En un intento de restar autonomía al órgano que lo ha garantizado, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha impulsado una iniciativa de ley que reduce la capacidad del INE de organizar una elección confiable y eficiente, que refleje fielmente la voluntad de los votantes. Son más que claras las verdaderas intenciones del presidente, el perpetuar en el poder a su partido y dejar fuera de las esferas del poder a la oposición.

Es cierto que el INE ha sido una institución que ha velado por los intereses de los ciudadanos, asegurando el pleno ejercicio de la democracia, pero problemas como la inseguridad, la corrupción, la impunidad y la pobreza siguen al alza en todos los estados de la República. Un cambio de colores y papelería en el gobierno no ha mejorado la situación cotidiana de los mexicanos, ni hace 23, ni hace 11, ni hace 5 años. La relación entre una y otra cosa, el sistema por el cual se eligen a los gobernantes y los problemas del país, parece ser nula, pero es más fuerte de lo que se pudiera llegar a pensar. La democracia no asegura en lo absoluto un buen gobierno, porque en un sistema democrático compiten entre sí ideologías, completamente sesgadas y omisas de lo que se necesita hacer para asegurar el bienestar de las mayorías y de las minorías. El descontento o de una, o de otra, es lo que lleva tarde que temprano a radicalismos que buscan mantener el control con el objetivo de servir a sus propios intereses, en donde impera la corrupción. Las instituciones de la nación han resistido, pero no pasara mucho para que la erosión provocada por el ejecutivo las haga caer para que una vez más estén supeditadas al él. Vuelta a empezar para la construcción de una democracia que en un momento u otro volverá sufrir embates autoritarios. Es como un barco sin vela, a la deriva, gozando de tiempos de aguas calmas y tormentas. Una pequeña isla como refugio para nuestro barco, sería el bienestar general de la población, en donde todos los miembros de la sociedad tengan una buena calidad de vida, tristemente esto no es posible, la desigualdad en México, y en toda Latinoamérica en general, es precaria, y con el actual modelo capitalista, un cambio radical en poco tiempo solo generaría más inestabilidad. Una llegada a tierra firme para el navío sería una estructura de gobierno mucho más robusta, preparada y capaz de hacer frente a las dificultades, elegida solo por un electorado consciente de su entorno, preocupado por su realidad y culto, en cuanto a las problemáticas de su comunidad se refiere, además de una intensa carrera de estudios para los futuros políticos, bajo ningún estandarte partidista.

He aquí el cuestionamiento a la democracia, su existencia tal y como la conocemos no garantiza el buen funcionamiento del gobierno y con ello, la prosperidad de la población. Si a usted se le preguntara, que preferiría, ¿una serie de gobiernos impresentables e incompetentes, marcados por los problemas mencionados o, un gobierno invariable, donde exista un auténtico estado de derecho y donde se respeten las leyes? Yo optaría por la segunda opción.

Las acciones llevadas a cabo por el mandatario mexicano deben ser sin duda contrarrestadas, pero aprovechando que las palabras democracia y elecciones libres esta nuevamente en boca de los mexicanos, tenemos que hacer una dura introspección sobre nuestro sistema político y electoral, que por sí mismos, son fuentes de inestabilidad.

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