
SANAR HERIDAS DURANTE LA CUARESMA 13
- Daniel Valdez García
- 17 marzo, 2025
- Columnas
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Lunes II de Cuaresma
Sacerdote Daniel Valdez García
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy reflexionamos sobre la lectura del profeta Daniel (9, 4b-10), que nos recuerda: “Señor, la vergüenza es nuestra, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque hemos pecado contra ti. A nuestro Dios le pertenece la misericordia y el perdón, aunque nos hemos rebelado y no hemos seguido sus leyes a través de los profetas”.
Además, en tres versículos del evangelio de Lucas, encontramos una gran revelación de Jesucristo (6, 36-38): “Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y recibirán una medida buena, bien apretada y rebosante, porque con la misma medida que usen, serán medidos”.
El Reino de Dios comienza con el anuncio de que Dios es un Padre misericordioso. Esta misericordia, presente en Jesús, nos exige seguir su ejemplo de infinita generosidad. Nuestra vida cristiana debería ser una imitación de su perdón inagotable. Al practicar el perdón con los que nos rodean, también nosotros seremos perdonados. De nuestra relación con Dios nacerá la fuerza para servir a los demás.
El perdón es un remedio para las heridas del alma; es fruto maduro del amor. Al perdonar, nos liberamos de un gran peso, mientras que el rencor causa heridas. Nuestros padres no son perfectos; todos cometemos errores y debemos aprender a perdonarlos, no juzgarlos.
Perdonar es liberar para sanar, dejando fluir para que ya no influya. Si sufres, es porque algo no está fluyendo. Un corazón misericordioso es sencillo, sin rencor ni deseos de venganza. El corazón misericordioso es pronto al perdón y lento a la cólera.
Hablar sana, pero callar daña. El sacramento de la reconciliación es donde buscamos el perdón de Dios, y algunos también deben liberarse de ideas equivocadas sobre Dios para perdonarse a sí mismos.
Amén, Señor Jesús.