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EMERGENCIAS Y URGENCIAS 34
- Daniel Valdez García
- 8 febrero, 2025
- Columnas
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8 de febrero de 2025
Sacerdote Daniel Valdez García
Evangelio según san Marcos 6, 30-34: En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.
Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Al retorno de su misión, los apóstoles refieren a Jesús –y, por cierto, llenos de euforia– lo exitoso de sus actividades. Es conmovedor el solícito comportamiento del Señor, que de inmediato se preocupa por el debido reposo de los «Doce», una vez que han realizado sus fatigas misioneras. Y no menos impresionante es la premura de las multitudes «que no le dejaban tiempo ni para comer». En esta incontenible búsqueda que la gente hace de Jesús, resalta el firme deseo de ir en pos de un auténtico «pastor», el único capaz de compadecerse verdaderamente de ellos.
En estas propuestas de reflexión número 34, con la temática, “Emergencias y Urgencias“; hacemos una pregunta: ¿Los médicos salvan?
Comparto una anécdota: Jaime Sabines tenía 19 años cuando vino a la Ciudad de México a estudiar medicina. En una entrevista recordó que en aquellos años solo había tres carreras fundamentales: medicina, abogacía e ingeniería. Aunque llegó a odiar la escuela en la que estudiaba, cuenta que idealizaba la práctica médica. Su motivación era lo que él llamaba un ideal romántico: Estudiar medicina para salvar a la humanidad de una enfermedad incurable. Eso pensaba el joven médico interno en la primera ola de la pandemia de COVID-19.
La misión de un profesional de la medicina es salvaguardar la integridad de sus pacientes, y cuando sea posible salvar vidas.
La Misión Médica es el conjunto de bienes, instalaciones, instituciones, transporte terrestre, aéreo, fluvial y marítimo, equipos y materiales necesarios para llevar a cabo las actividades propias de la prestación de servicios de salud, tales como asistencia sanitaria, salud preventiva, educación en salud, administración y apoyo en la prestación de los servicios de salud, atención pre-hospitalaria y extramural, conformado a su vez por el personal profesional de la salud y otras disciplinas, con vinculación laboral o civil, que ejercen funciones sanitarias, en el marco de la misión humanitaria en situaciones o zonas de conflicto armado u otras situaciones de violencia que afecten la seguridad pública, desastres naturales y otras calamidades.
El detalle está en que los médicos sueñan con “salvar vidas”, pero no a costa de sus vidas. Y lo digo porque en la pasada pandemia perdieron la vida mucho personal de salud. Ahora las protestas van en torno a que los jóvenes médicos no quieren ir a comunidades lejanas en provincia por la inseguridad y que hay garantías sobre su integridad. Estps reclamos de los que son conocidos como “médicos pasantes” no es nuevo.
Ahora hablemos de los sacerdotes como “curas”, lo cual no es un tìtulo meramente canónico, que tiene su valor e importancia. Nos preguntamos ¿Qué pide el Pueblo de Dios a sus sacerdotes?, en primer lugar que seamos capaces de la Cura de almas, de preparnos todos para ir junto al cielo, de explicar los misterio de Dios, de hacer viva la presencia de Dios en la caridad y en la fraternidad.
Siendo párroco se es el “cura de almas”; además SER CURA, y lo pongo con letras mayúsculas, es un “estado de gracia” (CDC, c. 515), no es sólo un título canónico, es mucho más: somos portadores de tesoros en recipientes frágiles de barro (2 Co 4,7). Por lo tanto, ha de esforzarse por confesarlos periódicamente, otorgarles la indulgencia plenaria, ungirlos, darles la bendición papal, y, según sea necesario, proveerles la sagrada comunión como viático. Se trata de acompañarlos sacramentalmente en su postración, como “médicos de cuerpos y almas”, así llama a san Lucas la escritora Taylor Caldwell, incluso los invito a releer dicha obra; y puesto que acompañamos a los enfermos con la paciencia, que es lo que los hace “pacientes”, y les aseguro que es la virtud que más ayuda en las enfermedades del cuerpo y del alma.
Amén, amén, Santísima Trinidad.