EMERGENCIAS Y URGENCIAS 31

5 de febrero de 2025

Sacerdote Daniel Valdez García

Queridos hermanos y hermanas,

Hoy celebramos la fiesta de San Felipe de Jesús, un hombre cuya pasión por la fe lo llevó a ser el primer mártir mexicano. En esta reflexión, la 31ª de nuestra serie “Emergencias y Urgencias”, exploraremos cómo las Escrituras se entrelazan con los desafíos humanos, en particular, los relacionados con la salud mental, un tema tan relevante hoy en día.

La pandemia que vivimos ha sido un recordatorio doloroso de nuestra fragilidad. Hemos visto cómo el aislamiento ha dejado cicatrices invisibles en la salud mental de millones, especialmente en nuestros niños, quienes enfrentaron una pérdida tangible de sus habilidades sociales, sumidos en la lucha contra la “distimia”. Nos enfrentamos a una estadística inquietante: 450 millones de personas sufren desórdenes mentales, pero casi la mitad, entre un 35% y 50%, no reciben tratamiento adecuado. no recibe el cuidado necesario. Esto no puede continuar siendo una realidad desatendida.

Los síntomas de estos problemas son variados; desde la tristeza que pesa como un ancla, hasta el temor que paraliza. Cambios inexplicables en el ánimo, una fatiga que drena el alma, y en algunos casos, la aparición de paranoias y alucinaciones son señales de que algo no está bien. Nos encontramos en un mundo donde factores externos como la inflación, conflictos y situaciones personales adversas actúan como tempestades en nuestro frágil estado mental. Es crucial que busquemos el apoyo de profesionales de la salud para obtener ayuda y diagnóstico adecuado.

Hay diversidad en los trastornos mentales, cada uno con su propio rostro: depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia, y condiciones como el autismo, entre otros. Reconocer la necesidad de ayuda es un acto de valentía, no de debilidad. Acudir a psicólogos y psiquiatras es un paso fundamental hacia la sanación.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos advierte: para 2030, la salud mental será la principal causa de discapacidad. Debemos actuar, especialmente por nuestros jóvenes, quienes ya son y esperanza. La mitad de los trastornos mentales inician antes de los 14 años y el 70% antes de los 18 años; no podemos ignorar estos años formativos cruciales.

El Evangelio de san Lucas proclama: “Si alguno quiere acompañarme, que tome su cruz de cada día”. Esta invitación de Jesús no es fácil, pero es profundamente liberadora. Nos insta a soltar nuestro ego y abrazar un propósito mayor, algo que el joven Felipe de Jesús, comprendió plenamente. Su vida, inicialmente inquieta, halló significado auténtico a través del sacrificio y la dedicación plena. Este pasaje del evangelio es uno de esos que quisiéramos pasar por alto: quien quiera imitar a Jesús es invitado a seguirlo y a estar dispuesto a compartir su estilo de vida. Todo eso me hace pensar en aquellos que no se dan cuentan que sus se agravan porque se automedican con ansiolíticos, antidepresivos y antipsicóticos haciéndolos candidatos a enfermedades con deterioro cognitivo hasta llegar a la demencia; por otro lado, están los que consumen estupefacientes incluidos los de uso lúdico como la mariguana, así como los que consumen de bebidas energéticas y las mezclan con bebidas embriagantes, también conocidas como hipertónicas, neurotizantes o psicoactivas.

En nuestras vidas, el tema de la salud mental no debe ser evadido, como no se puede evadir la cruz que hemos de llevar detrás de Cristo.No dejemos de lado los berrinches de los niños, las temerarias de los adolescentes, las decisiones impulsivas de adultos, todos esos comportamientos son llamados de ayuda. Debemos abrazar el coraje para enfrentar estos demonios y buscar caminos de sanación.

Seguir a Cristo es una llamada a vivir auténticamente, renunciando a todo lo que nos aleja de Dios. San Felipe de Jesús nos muestra que incluso en nuestros momentos más oscuros, podemos encontrar la luz a través de la fe y el servicio a los demás. Que su ejemplo nos inspire a ser valientes en nuestro propio viaje.

Amén, amén, Santísima Trinidad.