EMERGENCIAS Y URGENCIAS 14
- Daniel Valdez García
- 19 enero, 2025
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19 de enero de 2025
Sacerdote Daniel Valdez García
Queridos hermanos y hermanas,
Esta es la decimocuarta reflexión que les presento sobre Emergencias y Urgencias, términos que frecuentemente generan confusión. Una emergencia es cuando la vida del paciente está en grave peligro, como en un infarto. En cambio, una urgencia es una situación que puede empeorar, como una fiebre alta. Estas distinciones no solo son médicas, sino que también tienen un profundo eco en pasajes bíblicos y en la vida humana.
En este año litúrgico, Ciclo C, tomamos inspiración del evangelio de San Lucas, quien fue médico (Col 4, 14). Aunque estas lecturas comenzarán la próxima semana, hoy nos enfocamos en el pasaje de San Juan sobre las Bodas de Caná (Jn 2, 1-11), un acontecimiento que ilustra las manifestaciones de Jesús. La transformación del agua en vino no es solo un milagro asombroso, sino una reafirmación del profundo vínculo de Jesús con las tradiciones judías, donde el vino simboliza alegría, bendición y santificación.
Esta intervención milagrosa en Caná no solo preserva el honor de los anfitriones, sino que asegura que un elemento esencial del ritual religioso siga presente. Es una poderosa lección sobre la importancia de la alegría y la esperanza en nuestras vidas. Si queremos vivir con una esperanza cristiana genuina, debemos mantener la alegría que el vino simboliza, un reflejo del amor que une a las personas y se irradia hacia toda la comunidad.
Este milagro de la boda en Caná implica la alegría y el amor. Si queremos vivir con esperanza cristiana no debemos perder la alegría de vivir y el amor por la existencia. Esto lo constatamos en el pasaje del evangelio de hoy. La Virgen María, a quien llamamos en la letanía “causa de nuestra alegría”, dice a su Hijo: “No tienen vino”, lo cual es una realidad dolorosa por el significado de éste, pues el vino representa en la cultura judía una razón para estar felices. Sin esta bebida no puede iniciarse la bendición y no se podrá prolongar la fiesta nupcial por varios días. Así que partiendo de la intervención de la Virgen María podemos reafirmar que cuando falta la alegría, la vida pierde gran parte de su sentido. Y esa felicidad sibolizada en el vino está situada en una boda; o sea que la propicia el amor entre dos personas, lo cual se irradia en lo hijos y a toda la comunidad.
Espero que, como esposos, valoren su felicidad y consideren métodos como la Risoterapia, impulsada por el célebre médico estadounidense Patch Adams. La risoterapia utiliza la risa para ofrecer beneficios físicos y emocionales, liberando endorfinas que incrementan nuestra felicidad. Reír libera endorfinas en el cerebro, es decir hormonas de la felicidad que contribuyen a la salud. Al principio se pensó que era una locura, y poco a poco se fue consolidando y ha inspirado a muchas corrientes de la medicina holística. “La salud se basa en la felicidad: desde abrazarse y hacer el payaso, hasta encontrar alegría en la familia, los amigos, la satisfacción laboral y el éxtasis de la naturaleza y las artes”, señala en su sitio web el doctor y payaso, Patch Adams. Y recuerden, como nos exhorta San Pablo en su carta a los efesios: “No se embriaguen con vino, que lleva al libertinaje. Más bien, llénense del Espíritu Santo” (Efesios 5, 18).
Recuerden que Dios desea matrimonios sanos y felices. No subestimen la importancia del amor y la alegría en sus vidas. Hagan de cada instante una celebración de felicidad compartida.
Termino con una anécdota: yo tenía poco de haber sido consagrados sacerdote, y me enviaron a un pueblo a suplir a un sacerdote que había sido intervenido, quirúrgicamente, la primera ceremonia era un matrimonio. Fui a la entrada del templo y se la recepción de bienvenida; la Novia no entraba, pasaron cinco minutos, 10 minutos, 15 minutos Volví a ir y dije qué pasó?, Se acercó una persona y me dice al oído: aquí se regalan todo y se le cayó la ropa interior, no puede caminar. Les digo hágale Castaà y ayúdenla.
A veces hay cosas chuscas, que suceden en imprevistos en las bodas, y hay que saber también reírnos sin fastidiar a los demás.
Amén, amén, Santísima Trinidad.