A mitad de la semana
- Julián Chávez Trueba
- 12 noviembre, 2024
- Columnas
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La inmediatez de la política
Cuando tenemos un problema, ¿en qué momento queremos la solución? Pues justo ahora, ¿no?, Si queremos distraernos en las redes sociales, queremos videos que nos hagan reír, pero ya no buscamos la historia completa de una situación hilarante, mi relato que nos cuente Polo Polo de uno de sus chistes largos, lo que queremos es ver el momento preciso en el que una persona se cae o lamentan un pastel en la cara, es decir, queremos reírnos en el momento y ver otro video.
Todos nuestros gustos se han inundado de inmediatez, para muestra el entretenimiento visual, pues ahora preferimos en lugar de ir al cine, mejor ver en alguna plataforma en casa una serie que nos engarza la historia contada en numerosos capítulos y ya no la película larga, así tenemos más rápido la satisfacción de conclusión.
Esto de alguna forma influencia todos nuestros gustos de los cuales no está salvado la preferencia política, pues no queremos que nuestros gobernantes realicen actos rebuscados y tardados para solucionar nuestros problemas sociales, sino que a nivel mundial, los políticos que prometen soluciones inmediatas, la mayoría de éstas radicales, van convenciendo a su público y con ello, la intención del voto. Es el caso concreto de Bukele en El Salvador, de Miley en Argentina, de López Obrador en México, y ahora de Donald Trump en Estados Unidos.
La mayoría de nosotros no somos estudiosos, ni de la economía, ni de la política, por lo que preferimos soluciones inmediatas, que no conlleven mucha explicación, pero que sean claras en la forma de implementarse, lo que forzosamente implica una transgresión a los mecanismos naturales de la República y de la democracia, pues resulta siempre imposible generar acciones que tengan resultados inmediatos o al corto plazo, imperceptibles para nosotros ciudadanos de a pie.
En nuestro México López Obrador prometió resolver el caso Ayotzinapa como una de sus banderas en contra del régimen establecido y pasaron sus seis años sin que se aclarara alguno de los puntos que los familiares afectados hubieran señalado, de la llamada verdad histórica.
Donald Trump tenía un lema que se puede entender como” Trump lo arregla”, generando una inmediatez en la supuesta solución que él tiene a los grandes problemas de Estados Unidos, cómo es el caso de la migración y de la decadencia en el ejercicio económico. Trump ha sido radical en las declaraciones: dice de manera tajante que deportará a todos los indocumentados, que reactivará la economía, que acabará con la guerra entre Ucrania y Rusia, y que acabará de una vez por todas con los grupos de criminales que envían fentanilo a Estados Unidos, esto último, sin entender que el problema que tienen en nuestro Vecino del norte con el consumo de fentanilo, va a aparejado de una creciente ola de corrupción que permite a los grupos que comercializan la droga, entregarla a la mano de cada uno de los consumidores por lo que no se trata de un problema de salud, sino de un problema de seguridad pública.
Es decir, que este tipo de políticos enamoran en el oído, sin necesariamente contar con una solución real, sin atender la causa del problema, sino a la pronta sensación de solución social, circunstancia que no es nueva, puesto que todos los políticos por antonomasia prometen sin cumplir.
Lo delicado de seleccionar este tipo de políticos a nivel mundial, es que entre la necesidad y el afán de demostrar el paliativo ante las desgracias sociales, olvidan las ciencia que hay en ello y aportan entonces soluciones que a largo plazo pueden inclusive agravar el problema que pretendía solucionar.
En México, ya lo vimos, aunque pocos lo han notado, López Obrador señaló que existía mucha corrupción en la compra de medicamentos y entonces canceló contratos con las empresas que regularmente ganaban tales licitaciones lo que provocó el desabasto durante cuatro años de su gobierno en medicinas, por ejemplo, aquellas que atienden el cáncer, lo que lo llevó en los últimos años ha demostrar que estaba solucionando el problema y construyó una farmacia que a la fecha se encuentra con desabasto de medicinas y que no soluciona el problema de las clínicas regionales que no tienen medicina para los pacientes que ahí se atienden.
Seguramente algo de esto pasará en Estados Unidos en los próximos cuatro años, pero parte de este fenómeno es interesante, el observar cómo el partido demócrata se ve ahora como conservador, tratando de atenuar los cambios, cuidando el Status quo; por otra parte, el partido republicano que siempre ha sido conservador, se presenta con idea radicales que solucionan causas aparentemente obvias de fácil gestión, que nunca se habían tomado en cuenta.
Tanto Bukele, como Miley han generado soluciones radicales, aparejadas de técnica, o de cierto conocimiento científico, lo que los ha llevado a contar con la aprobación, tanto de la sociedad como de grupos de Estudio, por lo que de la misma forma, esperamos que a Donald Trump no le falte ciencia en sus acciones, aunque de todos modos, me parece que obligará a nuestro actual gobierno mexicano, a realizar acciones de las cuales no esté muy orgulloso.